16 de junio de 2014

El libro-fetiche

Hace unos días tuve una extensa charla con una amiga en la que el tema principal era cómo acercar los libros al lector. La discusión se tornó tan intensa que, después de tres cafés y varios cigarrillos, apenas habíamos raspado la superficie del problema y aunque hubo coincidencias, fueron más los puntos que quedaron para la reflexión.

         Pensar en la complejidad del mercado editorial es enfrentarse a un monstruo a menudo incomprensible. Los caminos son muchos, en una red tan intrincada que es difícil establecer una fórmula para acercar los libros al lector. Tal vez por esa razón hayan surgido tantas estrategias para generar nuevos públicos, sin descuidar a los ya lectores.
         En mi experiencia, he visto con más frecuencia campañas para la promoción de la lectura, mucho más que programas específicos que nos digan qué leer. Eso también nos indica en qué etapa nos encontramos frente al público lector. Pienso en Televisa con su campaña de leer cinco minutos al día con la familia. También pienso en el programa Lectura en voz alta..., impulsado desde el gobierno federal. Y no hay que olvidar los módulos de libros instalados en los espacios públicos (aunque rara vez se encuentre disponible el personal con la llave que abra las vitrinas).
         Más allá de estas campañas, han surgido estrategias alternativas para llegar a otro tipo de públicos, como los maratones de lectura en espacios públicos, o los performances de lectura en plazas y jardines, incluso el llamado “biblioburro” (y sus réplicas adaptadas a diferentes ciudades). Sin embargo, el público es tan amplio y tan diverso que se requieren campañas aún más específicas para “enganchar” a esos lectores.
         ¿Cómo centrarse en un público en particular, con una campaña diseñada exclusivamente para ese sector? Pienso en la campaña Leer es sexy, de la cual se han valido editoriales independientes que trabajan con temáticas “para adultos”. El marketing parece haber dado en el clavo en esta ocasión al tener un público concreto, con un mensaje breve, fácil de entender y que lleva implícito el objetivo de la campaña.
         Y entonces vemos en redes sociales, en separadores de libros, en pósters, postales, lonas publicitarias y demás artilugios a hombres y mujeres con cuerpos espectaculares, semidesnudos o desnudos completamente, dedicados al hábito de la lectura, con la leyenda “Leer es sexy” y tal vez un sitio web, un título de un libro o el sello de una casa editorial.
         La semiótica nos llevaría a interpretar la estrategia desde otros niveles: la desnudez del cuerpo como una invitación a la “intimidad” de la lectura; el libro como un “objeto-fetiche”, “des-sacralizado”, que ha salido de los libreros de una biblioteca empolvada para ser un artículo cotidiano, “erotizado”, un objeto que también puede dar “placer”.
         Además, pienso en las estrategia impulsada por la librería Gandhi, una marca caracterizada por su inconfundible color amarillo canario y sus mensajes “ácidos” con los que se acercan a un público joven a partir de expresiones cotidianas encaminadas hacia la lectura. Aquí, el libro como objeto desaparece para convertirse en la “idea del libro”.
         ¿Y qué decir de la campaña Adopta un libro? Se trata de pensar el objeto como algo más que eso: es un libro que también ofrece emociones, experiencias, que tiene un valor “sentimental”, que requiere de alguien para “ser”. ¿Por qué dejar al libro “recluido” en una “casa-hogar” comúnmente conocida como biblioteca o librería, envejeciendo sin llegar a tener un “dueño”?
         Y más recientemente conocí la campaña impulsada por Texere Editores, en la que conjunta elementos de las estrategias anteriores para llevarnos al “Meme” remasterizado: “Tú y tu libro en tu lugar favorito. No sé, piénsalo”. También, como en los otros casos, se vale de un mensaje “universal” (en el sentido de que un “Meme” es prácticamente una creación “global”), con un discurso característico de ese tipo de lectores, que invita a ver un libro como algo más que un objeto: es un “ser” con capacidad de despertar una emoción, que puede ser una compañía tal como lo es una “persona favorita” y, a la vez, nos invita a disfrutar de la “intimidad” que yace en las páginas de un libro.

         El tema es extenso, complejo, intrincado. Hablo solo del acercamiento a los lectores; sin embargo, queda pendiente otro post relativo a qué ofrecen las editoriales a los lectores, en qué parte del proceso de escritura entra el lector para determinar un tema, una historia, el motivo de escritura de un libro...

No hay comentarios:

Publicar un comentario