2 de febrero de 2019

33. El dolor


Se ha dicho que el dolor te hace “más humano”, pero al ser humano le causa conflicto el dolor ajeno. Por ignorancia, hay quien piensa que no sentir dolor es una solución para mantenerse en un estado de confort constante, sin experiencias negativas. Sin embargo, la ausencia de dolor hace más corta la existencia.

         Es posible distinguir varios tipos de dolor. Generalmente se refieren a una condición de malestar físico o espiritual. Imaginar una eternidad de dolor es posible, pero una vida en el dolor es cosa diferente. “Si no duele, no está funcionando”, reza una frase muy frecuente en los gimnasios. La vida, si no duele, no trabaja de manera correcta.
         Uno no aprende de la risa, aprende de los golpes de la vida. Mantenerse a flote a pesar del dolor también es posible cuando ese dolor trasciende y se transforma en aprendizaje. No obstante, también hay quienes, como yo, volvemos una y otra vez sobre la experiencia del dolor porque no hemos encontrado otra manera de sabernos vivos.
         En mi vida he acumulado muchas experiencias dolorosas. Físicas, mentales, espirituales, una gama con diferentes matices que me han permitido explorar esta riqueza que implica estar viva. Pero conocer no implica aceptar ni asumir. Reniego de la vida porque vivo a pesar de mi voluntad.
         Algunos lectores podrán verse en un espejo mientras leen estas líneas. Hay quienes tenemos que vivir con el dolor de la existencia y nos es muy difícil entregarnos a experiencias que nos ofrezcan más satisfacción que pesar. La experiencia positiva nos ata a este mundo. La experiencia negativa nos mantiene bajo otro escenario, donde somos conscientes de la finitud y los límites de la apariencia.
         Aunque complementarios, me he dedicado a vivir en el alcohol porque solo así puedo soportar una realidad abrumadora donde conviven el dolor y el placer de la existencia, con lagunas mentales, en aguas turbias donde no puede penetrar la memoria para dejar huella de su paso. Esta vida es demasiada para un cuerpo tan pequeño.
         La vida duele y me lo recuerdo en cada oportunidad. La vida también es placer y no me niego a esa satisfacción. Pero no puedo entregarme por completo a uno y otro impulso. Me dedico a acumular experiencias que pueda desmenuzar y después explicar para que otros lleguen a asimilarlas.
         El gran problema es que vivo en determinadas circunstancias que configuran mi existencia, circunstancias y escenarios que pueden o no coincidir con alguien más. El dolor es una experiencia individual y cada uno se rige por diferentes espectros de dolor.
         Habrá quien piense que el mayor dolor es el momento del parto. Habrá quien considere que el mayor dolor es estar con vida.

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