19 de febrero de 2019

50. El alimento


La pirámide de Maslow coloca el instinto de alimentación en la base como una necesidad primordial para la vida humana. Sin él, difícilmente se puede escalar a los siguientes niveles y aunque se refiere a necesidades físicas, también guardan cierto vínculo con las necesidades del espíritu.

         La alimentación dice mucho de las personas, desde la posición social, el poder adquisitivo, la región geográfica, costumbres, hábitos, tradiciones, enfermedades, autoestima... por lo regular la convivencia social mide su grado de confianza en torno a la socialización frente a los alimentos.
         El cuerpo se nutre del instante que dedicamos a la alimentación. Hay quienes se dejan dominar por el instinto de comer. Otros más controlan su ansia de alimentarse. Los más, negocian y llevan una vida de altibajos con los alimentos que van modificando el cuerpo en el que habitan.
         Si algo heredé a Ana es la dominación sobre el instinto de alimentación, una forma de poder que se ejerce sobre la existencia propia, aunque Ana conjugó esa habilidad con el resentimiento en sus venas y se dedica a controlar existencias ajenas a partir de la alimentación.
         Son rituales a los que prestamos atención en mayor o menor medida y que también determinan nuestro modo de vivir. En mi caso, la renuncia es una elección por voluntad y alimento este cuerpo con esto que siento en mi relación con el entorno.
         Este cuerpo ha sobrevivido a partir de requerimientos mínimos para continuar funcionando, no de manera óptima, solo funcionando. Mientras bebo en la mesa de aquel bar, comiendo pepitas de calabaza, miro las mesas contiguas donde se sirven dedos de queso, aros de cebollas, alas de pollo condimentadas en salsas a cual más de variadas, ensaladas, hamburguesas, papas fritas y un montón de comida con suficientes calorías para el consumo de un día.
         Pero vivir por inercia, aislada y negándome a la vida, me exige un mínimo de calorías y a eso me limito. ¿Para qué prolongar una existencia que no se desea? Este cuerpo es solo un recipiente que contiene la esencia de mí misma y si es bello o no, la única persona a la que debería importar es a mí, yo, Ofelia, que solo piensa en este cuerpo como algo funcional mientras exista.
         Esta renuncia tampoco implica que me haya privado del alimento por completo. He probado muchos sabores a lo largo de los años y cierto es que generan una sensación de placer. No es una prioridad para mí. Me limito a la experiencia de haberlo conocido.
         Finalmente este cuerpo al que he sido condenada se nutre de las palabras no dichas, de mis miedos, del horizonte que no alcanzo a penetrar, de la luz y la sombra que juegan a la alquimia en el silencio de mis venas, ahí donde mi nombre habita y se transforma en una hermosa polilla para convertirse en polvo.

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