3 de julio de 2019

183. La acumulación


Los apegos hacen que la gente se aferre a las personas, cosas o situaciones, así se trate de relaciones tóxicas, y ahí van por la vida acumulando posesiones (incluso en el caso de las personas, en sus relaciones afectivas) sin advertir la codependencia que se va gestando para huir de sí mismos.

         Hace tiempo había un programa de televisión justamente llamado “Acumuladores” donde exponían diversos casos de personas que suelen vivir en casas llenas de objetos, rodeados de un caos que incluso dificultaba el tránsito entre habitaciones.
         En dichas casas se podía encontrar de todo, a veces hasta lo inimaginable, pero la visión general abrumaba por el desorden en magnitudes desproporcionadas. No hubiera sido raro encontrar un cadáver entre tanto objeto acumulado.
         Al principio nadie sospecharía que se trata de una enfermedad que puede empeorar con el tiempo e incluso es más frecuente de lo que parece. Inicia con un simple “por si un día se ofrece”, y guardamos el objeto en nuestros bolsillos, llegamos a casa y lo dejamos en el primer sitio “libre” que veamos.
         Pero el problema crece sin apenas darnos cuenta. Día a día vamos guardando algo, cualquier cosa, y la vamos depositando en casa en el primer sitio a la vista. Un objeto al día, trescientos sesenta y cinco al año, tres mil seiscientos cincuenta en una década, y así podríamos continuar toda la vida.
         Sin embargo, no confundamos al acumulador con el coleccionista. Aunque ambos toman sus decisiones basados en la posibilidad de poseer, el segundo tiene un objetivo claro y se concentra en esa línea, normalmente utilizando recursos económicos debido a que esas posesiones tienen un valor no solo para esa persona, sino para otros como ella que también son coleccionistas.
         En cambio, el acumulador guarda objetos para poseerlos sin un objetivo específico ni un propósito sobre la posesión del objeto en cuestión. Y lo mismo sucede con sus relaciones, pues no guarda vínculos específicos con alguien en particular, sino que acumula relaciones sin llegar a profundizar, en una lista de conocidos, mucho más que amistades, a diferencia del perfil del coleccionista que selecciona muy bien sus relaciones y trabaja en ellas hasta conseguirlas porque tienen una finalidad.
         Yo me declaro acumuladora y coleccionista. En mi casa tengo una habitación llena de todas las botellas de alcohol que he bebido en las últimas cinco décadas. Pero también colecciono memorias, instantes, fragmentos de luz en el día a día, porque serán mi aliciente cuando suceda lo que ha de suceder. Y que mis cenizas sean vaciadas en todas las botellas de alcohol acumuladas.

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