Los apegos hacen que la gente se
aferre a las personas, cosas o situaciones, así se trate de relaciones tóxicas,
y ahí van por la vida acumulando posesiones (incluso en el caso de las
personas, en sus relaciones afectivas) sin advertir la codependencia que se va
gestando para huir de sí mismos.
Hace
tiempo había un programa de televisión justamente llamado “Acumuladores” donde
exponían diversos casos de personas que suelen vivir en casas llenas de
objetos, rodeados de un caos que incluso dificultaba el tránsito entre
habitaciones.
En
dichas casas se podía encontrar de todo, a veces hasta lo inimaginable, pero la
visión general abrumaba por el desorden en magnitudes desproporcionadas. No
hubiera sido raro encontrar un cadáver entre tanto objeto acumulado.
Al
principio nadie sospecharía que se trata de una enfermedad que puede empeorar
con el tiempo e incluso es más frecuente de lo que parece. Inicia con un simple
“por si un día se ofrece”, y guardamos el objeto en nuestros bolsillos, llegamos
a casa y lo dejamos en el primer sitio “libre” que veamos.
Pero
el problema crece sin apenas darnos cuenta. Día a día vamos guardando algo,
cualquier cosa, y la vamos depositando en casa en el primer sitio a la vista.
Un objeto al día, trescientos sesenta y cinco al año, tres mil seiscientos
cincuenta en una década, y así podríamos continuar toda la vida.
Sin
embargo, no confundamos al acumulador con el coleccionista. Aunque ambos toman
sus decisiones basados en la posibilidad de poseer, el segundo tiene un
objetivo claro y se concentra en esa línea, normalmente utilizando recursos
económicos debido a que esas posesiones tienen un valor no solo para esa
persona, sino para otros como ella que también son coleccionistas.
En
cambio, el acumulador guarda objetos para poseerlos sin un objetivo específico
ni un propósito sobre la posesión del objeto en cuestión. Y lo mismo sucede con
sus relaciones, pues no guarda vínculos específicos con alguien en particular,
sino que acumula relaciones sin llegar a profundizar, en una lista de
conocidos, mucho más que amistades, a diferencia del perfil del coleccionista
que selecciona muy bien sus relaciones y trabaja en ellas hasta conseguirlas
porque tienen una finalidad.
Yo
me declaro acumuladora y coleccionista. En mi casa tengo una habitación llena
de todas las botellas de alcohol que he bebido en las últimas cinco décadas.
Pero también colecciono memorias, instantes, fragmentos de luz en el día a día,
porque serán mi aliciente cuando suceda lo que ha de suceder. Y que mis cenizas
sean vaciadas en todas las botellas de alcohol acumuladas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario