16 de enero de 2019

16. La búsqueda


Movimiento. Inspiración. Motivación. Pulsión. Pasión. Son algunos de los nombres que hemos dado a esa búsqueda que nos mantiene en el camino, una mezcla de caos y orden donde la creatividad sale a escena y transforma nuestro mundo en múltiples experiencias sensoriales. En teoría, la finalidad de esa búsqueda sería la felicidad.

         Siguiendo este razonamiento, a veces me pregunto cuál sería mi momento de felicidad. Pienso que para mí ya no existe la felicidad. Era un instante, en una mesa de un bar que hoy ya no existe. Quizá por eso envidio a aquellos cuya felicidad radica en las posesiones. Al menos estas duran más e incluso nos sobreviven.
         Por eso mi búsqueda de bar en bar, tratando de encontrar ese momento de felicidad (perdida). Se ha dicho que uno retorna a los lugares donde fue feliz. ¿Y yo qué hago cuando ese lugar ya no existe? En el fondo sé que por más que busque, ningún bar me ofrecerá la experiencia que viví, porque hoy me encuentro en circunstancias diferentes.
         La última vez que estuve en aquel bar me recuerdo en mi ebriedad sobre la barra, en soledad, apenas con la vista suficiente para distinguir un billete de otro. Pero bebía una copa tras otra, ansiando con todas mis fuerzas la pérdida de conciencia para no volver a pensarle más. ¿Amor? No: la posibilidad.
         Desde entonces y en todos estos años me he negado a la felicidad. Le he cerrado la puerta, he puesto mil candados para que no penetre en esta vida. Una mente plena, que tenga la posibilidad de experimentar la felicidad una y otra vez, por muy efímera que esta sea, le otorga una sensación de completud incompatible con la creatividad.
         Para crear se requiere un entorno de insatisfacción, porque ese vacío nos conduce a la búsqueda de “algo”, cualquier cosa. Nos mantiene en movimiento, un elemento fundamental para no tener una vida estática, en aparente zona de confort. ¿Qué sería de las grandes obras que hoy admiramos si sus creadores no hubieran transitado por esa insatisfacción?
         Pero la búsqueda es difícil de entender para quien mira lejos y no concentra su mirar en los pasos diarios. Anhelan el amanecer cuando no ha ocurrido ni siquiera el ocaso. Son como los propósitos de Año Nuevo. Se fijan metas en un lapso de un año, pero se olvidan de establecer las metas a corto plazo, del día a día, que construyan paso a paso el camino hacia la consecución de la meta.
         ¿Ahora entienden por qué tanto fracaso, por qué me río de sus buenas intenciones? La búsqueda no responde a sueños y utopías. Hay una aspiración fundada en una experiencia previa. Hoy, después de tantos años, mi búsqueda me conduce a la extinción y el exilio. No tengo más. Soy un cuerpo finito que en todo y nada se transforma. Porque al final de todo, incluso el nombre se volverá silencio.

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