Este blog se ha convertido en una
cosa rara. Una mezcla de tantas cosas que a menudo desconozco sobre qué debo
escribir. Sin embargo, creo que la idea general es dar un panorama de lo que
vive aquí dentro, en silencio, lo que ocurre con una persona que “vive” con un
trastorno de conducta alimenticia (TCA). Quizás mis palabras den un poco de luz
a quienes tienen entre sus amistades a alguien que pase por la misma
circunstancia.
Hoy
me encuentro en mi escritorio, como usualmente hago. La diferencia es que el
alcohol me vuelve más sincero que de costumbre, a tal grado que he perdido
algunas amistades por exceso de franqueza. Y, sin embargo, en este instante ha
dejado de importarme la opinión de los demás. Hoy me sé vulnerable, de nuevo en
esa gruta en la que habita la voz de Ana y su terrible condena: “no eres
suficiente”.
Podría
decir que nadie debería creer cuando digo que estoy bien. La realidad es que
nunca es así, ocurre siempre todo lo contrario cuando se trata de mí. Si digo
“no hay problema”, en realidad por dentro las venas se dejan vaciar y están
dispuestas a ceder a esa manía de abandonarme al eco.