26 de julio de 2009

La palabra en la cabeza


Es una ficción maldita, una creación involuntaria de la cual no sé su continuidad, su propósito ni su final. Es una catarsis donde pueden fluir las voces de la locura. Lucía y la palabra o la vida en la cabeza es mi nuevo proyecto, aún indefinido, todavía sin una historia, pero que poco a poco se perfila en la escritura. Su mayor anhelo: el silencio. El motivo de su locura: una carta. La vida se transforma entonces en una lucha mental constante donde la cotidianidad es parte de la locura, donde incluso la realidad puede ser una ficción, en realidad eso es, una ficción, la creación fortuita que desaparece luego de tantos años de camino. Lucía vive en su cabeza y en la cabeza de los otros, es un ente de ficción que se concibe a sí misma como irreal en un mundo donde no cabe la lógica. Su locura la llevará a buscarse en los escombros de su identidad, y no será ella, sino los otros, quienes reconstruirán una historia. Lucía está hecha de fragmentos aislados que los otros reunirán y tratarán de darle una secuencia, sin embargo, esos eventos no representan la realidad de su dueño, quien es el único que conoce la historia y pretende llevarla al silencio y la inexistenciaa con su muerte. Cuando comencé la historia no tenía algo definido, era sólo un ejercicio de escritura, pero me di cuenta de que Lucía se complicaba conforme pasaban las líneas. Es algo más complejo, y ahí se incluyen las interrogantes que desde hace mucho tengo en mente. En ocasiones el estilo me recuerda a Testimonios sobre Mariana, de Elena Garro, o los cuentos góticos de Amparo Dávila. Es una creación semejante a mis otros escritos, pero el problema ya no es la sexualidad desde la soledad, sino la locura, la realidad y la complejidad de la vida. Es interesante cómo hasta los sucesos más nimios nos dan para tanto, y a la vez, un momento de reflexión sobre tales actos cotidianos nos hacen preguntarnos por las cosas más profundas de la existencia... A veces me gustaría ser como Lucía y escribir mi historia en la cabeza, aunque de hecho así es. Muy pocos (nadie, me atrevería a decir) saben en realidad quién se esconde tras la Quimera Falconiforme que escribe estas líneas. Mi intento de autobiografía quedó a medio escribir, en una etapa que me niego a recordar del todo, por lo dolorosa que fue. Quién sabe, tal vez nadie llegue a conocer esa etapa tal como fue, ni siquiera los involucrados... De momento sé qué podrá pasar con Lucía, tengo algunos esbozos de su historia, pero como los otros personajes, también estoy a la espectativa, también debo buscar sus fragmentos para construirla y saber quién es. Lucía es lo más humano y más enigmático de mi creación. Me intrigan su vida y su locura, porque no sé hasta qué punto es Lucía la que habla y dónde comienza mi creación... Espero no perderme en su búsqueda y que los otros no confundan mis fragmentos...

22 de julio de 2009

Una cotidianidad castrante


¿Por qué hacer el trabajo de los otros cuando no te corresponde? Tal vez ésa sea la pregunta de los subordinados o de la gente ke tiene la capacidad y la inteligencia para hacer las cosas y se desespera cuando no se hacen. ¿Será que México es el único país donde ocurra tal situación de forma tan cotidiana? No entiendo la mentalidad tan baja que tienen esas personas que se comprometen con algo y al final se deslindan, no sin antes indicar que se van de vacaciones y en realidad no hicieron el esfuerzo por cumplir con su compromiso; en consecuencia, sólo se retrasó el trabajo y todo quedó en lo mismo, pero con menos tiempo para solucionarlo. ¿Por qué la gente será tan ineficiente? Me pregunto si quizás tendrán una sola neurona que les indique que están mal, que con su actitud nefasta sólo afectan el trabajo de los otros. No puedo creer que se desprendan tan fácil de sus compromisos, que los releguen a personas incompetentes sin problema alguno, y para colmo de males, atribuyan los defectos del trabajo a quien tuvo que realizarlo por ellos. En suma, estamos jodidos. Pero ése no es el punto... Hoy alguien predijo que en dos meses habrá algo interesante, tendré con quién sopear mi concha de chocolate hasta el hartazgo, aunque en realidad no creo que suceda. Parece un juego divertido eso de las predicciones, es como si las cosas ya estuvieran escritas, y en cierta forma ser Quimera es un destino, pero también la Quimera elige su destino, es dueña de su pasado, presente y futuro. Nada como un mito para repetirse, renovarse en cada ocasión y transformarse en las alas de la mariposa... Sigo en mi trabajo, que tal vez me retendrá por mucho tiempo, aunque todo puede pasar, hasta lo inimaginable... puede morir Dumbledore mientras escribo estas líneas... un momento, esperen, Dumbledore ya murió... En fin. Platicando con una prima sobre la administración de las quincenas para llegar a ser Carlos Slim me dijo que el secreto está en "dejarlo fluir"... Imaginen la risa que solté cuando me lo expuso de esa forma... Creí que me estaba hablando el tipo de Gaylevisa que da clases de Yoga (ajá, sí, cómo no) exponiendo su teoría de cómo la economía es un sistema de energías, y entre más te concentras en lo positivo más se acerca el dinero... Pero en la realidad no es así. Supongo que de no gastar tanto en cigarros, alcohol, revistas, cafés, taxis y comer en restaurantes cuatro veces a la semana... supongo que si no hiciera tales gastos al menos no vería ajustado mi presupuesto quincenal... Pero es que es inevitable, soy un consumista sin remedio. ¿Qué le voy a hacer? No importa si gano el doble o la mitad de mi salario actual... Seguiré gastando sin pensar en lo que verdaderamente vale la pena, aunque de cualquier forma no puedo decir que de momento sé qué vale la pena para mí. Acordé que compraría una casa en diciembre, me agrada, pero me gustaría hacerle una terraza... necesito un lugar dónde fumar tranquilamente y no en el resquicio de la puerta. De cualquier manera todavía tengo tiempo para pensar en ello, y mi vida, a pesar de que ha girado bastante en los últimos meses, no se alterará demasiado en lo que queda del año. Quiero comenzar a organizar mi vida, y ya empecé por distribuir mi tiempo. Puedo dedicarle unos minutos a cada cosa, mientras no descuide lo principal, el trabajo que me da para satisfacer mis necesidades consumistas. Lo demás tiene la dosis precisa, el siguiente paso será administrar el dinero, y ojalá no tarde mucho, quizás superado ese reto pueda empezar a establecer las bases de lo que quiero en un futuro... Saludos a la gran familia de esta Quimera Falconiforme que siempre los lleva en el corazón...

18 de julio de 2009

Encontrar un lugar


Parece que los otros no cambian, al contrario, insisten en permanecer inmutables y destacar aún más su peores defectos. Resulta en extremo cansado escuchar a dos personas discutir sin sentido sobre cómo darle un beso a un tercero que ni siquiera se metió en la plática y sólo quiere beber una buena copa de ruso negro... ¿Más de lo mismo? Ya no, no estoy para regresar a esa etapa en que burlarse de la desgracia ajena era casi orgásmico. Admito que aún quedan resagos de esa quimera que se vanagloriaba de hacer sentir mal a los otros, pero hoy no, ha sido suficiente. Quiero vivir una vida más tranquila, sin acarrearme enemigos innecesarios. No esto chocheando ni me está empezando a afectar la edad, para nada, apenas tengo 23 años... Pero siento que esa etapa terminó para mí. La noche de ayer fue decisiva para muchas cosas, a pesar de que no las externara. Necesito desprenderme de muchas, muchísimas cosas para continuar. Lo que resta del año será un proceso de despojo, de abandono, de selección cuidadosa. He decidido que mi ruta no es la que pensaba, siento que no es por ahí el camino. Ayer me di cuenta de tantas cosas que no había advertido y que eran pistas obvias de lo que debía hacer. He cambiado tanto en mi interior que sera difícil que los otros puedan entenderlo... Para nada he dejado de ser quimera, pero he descubierto una naturaleza más profunda de nuestra especie. Trascender implica renovarse, no estancarse en lo mismo, como un retrato, para permanecer así hasta la eternidad. No quiero que me recuerden como la quimera que siempre intentó en vano figurar en la historia como una gran literata y fracasó en su intento, no quiero estancarme en esas relaciones que tienen sueños inmediatos, pero sus aspiraciones se detienen ahí, no van más allá. Espero con ansia el otoño, mi estación favorita del año. Me encanta sentir ese vientecillo fresco, comenzar con las bufandas tejidas, los suéteres, chamarras, botas y calcetines de lana... tomar chocolate caliente, una buena taza de café por las mañanas, leer por las tardes y noches en una estasis momentánea, el tiempo que transcurre más lento para dar paso al invierno. He tenido tantas ganas de desahogarme con alguien de todo lo que tengo dentro, sin embargo, anoche descubrí que no tengo en quien depositar esa intimidad, de entregar esas tantas páginas nunca escritas y que he callado en estos breves pero sustantivos 23 años... Tengo la certeza de que muchos entenderán que mi actuar en adelante será como una huída, y en cierta forma es eso, escapar de ese mundo que tanto daño me hizo, que creí que era la personificación material de mi propia personalidad (aunque suene como una redundancia)... No quiero arrepentirme mañana de haber perdido el tiempo creyendo que le ganaba segundos a la eternidad retrasando la muerte en la juventud. No sé qué me hizo cambiar, quizás el abrir mi corazón, aunque no revelara sus secretos a cualquiera, sólo a una persona, a quien doy gracias por ayudarme tanto tanto tanto... En adelante quizás ya no encuentre el amor, ya no lo busco, pero tampoco me parece necesario. Para mí es fácil conseguir sexo, pero no es una necesidad esencial. Requiero de encontrar emociones realmente humanas, apasionantes, apasionadas, que entreguen la vida en lo que hacen... Sé que también son quimeras solitarias, por eso ha llegado mi momento de retornar a la tribu. Cuando me integre a ese mundo sabré que mis ojos estará abiertos al amor, no al otro, sino a lo que llevo dentro...

12 de julio de 2009

Un silencio de colores


¿Cómo escribir el amor de la diversidad sexual en su soledad? Al pensar en esa posibilidad me es imposible no remitirme a un autoanálisis de mi situación y a la vez pienso en la de otros miembros de la comunidad LGBT. A pesar de que existen numerosos contextos por la pluralidad de individuos e identidades, ese rasgo común en todas las personas, LGBT's o no, puede coincidir en ese plano. ¿Cómo experimenta el amor un gay, una lesbiana, un transexual, un bisexual, un transgénero...? Ante tal situación cabe una pregunta que quizás nunca llegue a tener una respuesta en sí, tan sólo apreciaciones: ¿qué es el amor para cada uno? En ese preguntar, no sólo aquí, sino directamente en entrevistas, he descubierto cosas interesantes. En la soledad, como en la compañía, el amor se conflictúa ante muchos estímulos, sin embargo, en la soledad es más pronunciado el conflicto, porque ese amor se vuelve una tortura psicológica que puede llevarnos a grados de abstracción de la realidad impensables. A la vez, en ese amor influyen los motivos que uno tiene para vivir, si faltan motivos el amor se vuelve el único hilo que nos sostiene y nos aferra el mundo, pero tarde o temprano termina por romperse. A la vez, el amor puede ser tan sólo una ruta errada de la locura, simplemente un reflejo del deseo más profundo o más irracional. Y hay tantas formas de perderse en esa búsqueda del amor que sería necesario hacer un ejercicio individual donde nos planteáramos desde la soledad si lo que buscamos es en realidad eso, la respuesta a nuestra búsqueda. En el silencio de la gente se esconde ese latido incesante, constante, estrepitoso y estentóreo que nos recuerda que aún somos humanos. Difícil será que conozcamos lo que callan nuestros labios, porque la palabra es incapaz de reproducir esa emotividad, a pesar de la fuerza y flexibilidad que tenga el lenguaje para expresar casi cualquier cosa en el mundo, casi... Si miramos a los ojos ahí se esconde la verdadera persona. Y mirar a los ojos no es mirar la forma física de ellos, en esa labor no impora si son grandes, pequeños, rasgados o luminosos; es la profundidad, la opacidad, si habita alguien o es sólo un despojo del alma... Amar es una entrega de todos los sentidos, pero a la vez es ocultarse del otro, de ser poseído, de entregar nuestra soledad al otro. La soledad, al final de cuentas, es lo único personal e inseparable que nos queda, es la parte más íntima y más verdadera de cada uno. Es un retorno a sí mismo, de encontrarse, de buscarse, de ser. En la soledad se desarrolla nuestro yo interno que nos indica qué lo motiva, qué lo desanima, qué busca y qué desea evitar... No todo silencio es malo, hay un silencio en sepia que podría llegar a pintarse de color cuando encontremos esa respuesta, cuando logremos establecer esa conexión con quien habita en nuestros ojos. De ahí en adelante lo que resta es el motivo...

7 de julio de 2009

Una maduración dolorosa


Crecer en la infancia resulta un proceso lento, ansiado, bastante lejano y un tanto utópico. Es la etapa en la que uno se imagina lo que hará en el futuro, cuando se construyen verdaderos lazos que si se mantienen a futuro, en un tiempo muy muy lejano, podrán estrecharse hasta ser similares a los de la familia. Conforme avanza el tiempo y se abandonan los juguetes por condones, cigarros y alcohol el crecimiento resulta insoportable. Uno desea permanecer en esa etapa en la que no eres ni un menor pero tampoco un adulto; eres algo más rebelde que un joven, pero menos racional. Es una etapa de descubrimiento del mundo, cuando las relaciones se viven con intensidad y se pueden fortalecer o convertir en una tortura posterior. Son los años que nos dan la primera libertad de conocer las cosas por experiencia propia. Esa intensidadde experiencias son las primeras marcas en la línea de la vida, donde se cuentan cicatrices, lágrimas, bellos momentos junto a los amigos de la infancia y los primeros amores. Más tarde, cuando la edad de la responsabilidad y la coherencia llega a nuestras vidas, la juventud hace mella y nos transforma en seres motivados por el futuro. Es el tiempo de pensar en nosotros, la reflexión de nuestra permanencia en el mundo, la continuidad. Muchos permanecen con algunos rasgos de la etapa anterior, y por lo general son quienes nunca consiguen un logro importante, ni siquiera para ellos mismos. Aquellos que logran salvar el mundo del acné y los primeros indicios de cambios hormonales se plantean constantemente un montón de preguntas que hasta el lecho de muerte tendrán respuesta: ¿quién soy?, ¿qué soy?, ¿por qué...?, ¿y si...?, ¿qué será de...? Para llegar al siguiente peldaño en la escala de la vida es suficiente con ser, no aparentar. Las relaciones que permanecen hasta esta etapa ya pueden ser consideradas como barreras que no romperá el tiempo, son los hermanos de la infancia que nunca se tuvieron, que siempre estuvieron ahí, aunque no precisamente ahí... Son la voz que, como Pepe Grillo, siempre motivan a continuar cuando los días se tornan difíciles. Son el impulso extra para alcanzar nuestros sueños, la compañía permanente, el complemente perfecto de un rompecabezas prediseñado sólo para nosotros. Ahora que no estamos cerca, que ya pasamos por la etapa de la universidad e ingresamos al mundo laboral de los jóvenes adultos, las sigo queriendo. Ellas son la sonrisa que se esconde en mi rostro cada vez que las situaciones se tornan en mi contra. Su solo recuerdo me anima, me mueve a continuar. Extraño las etapas que hemos pasado juntos, y sé que a pesar de los días que transcurren en nuestra cotidianidad, cada uno en su centro laboral, ahí estaremos un día de estos, sentados como si nada ante una taza de café, platicando nuestra actualidad y recordando, sobre todo esto último, aquellos tiempos de bonanza... Ojalá que Isaura, Diana, Marlene y Violeta permanezcan; de mi parte, esta quimera las lleva en su sangre ponzoñosa como la savia de un roble...

6 de julio de 2009

De cicatrices y despojos


Cada cierto tiempo las quimeras se renuevan. Distinguirlas es fácil, mudan de piel con calma, en dicho proceso se transforman, se vuelven otras, pero la única verdad se encuentra al final de los ojos, donde yace la realidad del mito en el que viven. No son peligrosas, aunque sí se perfilan decadentes, como sin vida, inmutables, mecánicas y cíclicas eternas. Intentar detener el proceso de transformación sería un atentado contra la ficción, terminaría con las páginas recorridas por la melancolía y la gran cantidad de letras perfiladas por la lengua de las cebollas. Al advertir ese estado es mejor dejarlas pasar. En su silencio consumen toda su agonía. En ese lapso atienden a su naturaleza serpentaria, silentes, alegóricas, dantescas. Hoy recordé a una quimera muy especial. Como yo, también calla. Su dolor es un misterio, al igual que su pasado, presente y futuro. Nunca revela sus aspiraciones ni deseos. Jamás indica lo que será o hubiera sido. Es el tiempo en sí que se dedica a recordar, a permanecer pero a la vez a pasar como una sombra. Esa quimera me hizo ver que hay muchas categorías en nuestra especie. No todas dicen lo que son, hay algunas que realizan su papel sin cuestionarse, sin cuestionar... Sin embargo, otras nos atrevemos a romper las reglas y decidimos que la mordaza que sella nuestros labios jamás volverá a ser un claustro de palabras. Decir con el corazón en la mano y detallar el dolor en una simetría discordante de emociones no parece una buena idea para alguien que sólo sabe expresarse en la lengua de las cebollas. No obstante, en esa grafía queda la memoria de un mito irrepetible que insiste en no escapar a la huella del tiempo. Es la palabra que quiere ser y renacer. Mi historia no es un cuento que termina con el clásico fin y un atardecer de enamorados, la tragedia persiste y se magnifica ante la nostalgia de todos los días, un transitar diario por los andenes de Gustave Doré. En las alas de la mariposa se tejen los hilos de la invención con los que he tratado de cerrar las heridas del amor, que ni el arte ni la vida pueden suturarlas. No dejo de buscar el mejor remedio para ese mal de amores, pero no creo que un clavo saque otro clavo. Ante mí la vida se torna un polvo fino de polillas que en mi andar descalzo y con la sal de los recuerdos se convierte en un secreto indescifrable para quien no entiende la lengua de las cebollas. Sólo las quimeras entendemos ese código que el mito y la ficción nos han regalado, es un don, una profecía que tal vez se convierta con el paso del tiempo en sólo una parábola, quizás tan sólo el vestigio de que en algún momento existió una raza melancólica y decadente, un ser fuera de cualquier entendimiento lógico, mas no emotivo...

2 de julio de 2009

Letter to heaven


No fue suficiente, nunca es suficiente. Sin embargo, el corazón no calla, el alma no para de golpear, el estómago ya no es capaz de contener ese cúmulo de mariposas negras que emergen de un lugar conocido como corazón... Me declaro adicta, sí... adicta a pensar en él, en el amor, en la pasión, en el erotismo, en la conjunción de la feminidad entre el Eros y el Tanathos, en el lesbianismo evolutivo incluyente no-radical no-separatista heteroflexivo y no-normativo. Sí, soy un mito que busca su retorno al origen, busca su raíz, la respuesta del ser que no se encuentra en el otro ni en el yo mismo, por eso busca su mismidad, para saberse cierta, reconocibl, mutable, histórica, decadente. No tengo una vocación sentimental de este siglo, para nada. Pueden morir las palabras pero la emoción jamás. I'm not that miserable thing that bring flowers to another guy just because of love... No, soy algo más, una sed de completud perpetua, pero a la vez involuntaria, indecisa, mutable, lunar... También soy hija de la luna, busco esa feminidad perdida en el no-ser, en la experiencia del otro, en la asimilación del verbo encarnado en una polilla ebria y solitaria. Al final la quimera resulta un sueño irreconciliable con su realidad, porque la abstracción no le permite compaginar su ser con la cotidianidad, porque las quimeras no tenemos actos cotidianos, siempre estamos en constante cambio, nuestra realidad es lo que tarda una mariposa en morir, la paciencia del segundo en caer a la siguiente etapa, en el milagro de nacer y morir al mismo tiempo. Más allá de nosotras queda el silencio, la lengua de las cebollas; ése es nuestro lenguaje, donde nos comunicamos a través del cuerpo, con la mirada nos penetramos, en las manos exhibimos nuestro corazón para entregarlo al mejor postor. El andar es importante, siempre constante, un-dos, un-dos, nunca parar, el mundo va deprisa y el tiempo se agota... pero nunca bebemos el mundo de un solo trago... ¿Vale la pena una vida así, un corazón que se abre de ese modo? Sé que nadie responderá al llamado... Buenas noches, mundo.