Algo dentro de mí crujió en el
silencio que me habita. Era la vida condenada a los lindes de la sombra,
recluida en una boca cosida con cabellos porque ¿qué se dice en estas
circunstancias? Y, sin embargo, la vida se agota, gota a gota, sin fuerza para
detener su escape. Sí: escapa de mí y no me queda voluntad para contenerla.
6 de julio de 2016
4 de julio de 2016
La vida en el silencio
Después de tanto tiempo de vivir
con Ana llega un punto en el que pierdes la capacidad de sentir emociones más
allá del rencor, el resentimiento, la amargura y una sensación de vacío que no
tiene par. Tu rostro se vuelve inexpresivo, aunque la ausencia de sonrisa es
interpretada por “los otros” como el reflejo de un aparente enojo. Ya lo he
dicho en ocasiones anteriores: el mundo no sabe lidiar con el dolor ajeno.
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