Parece que los otros no cambian, al contrario, insisten en permanecer inmutables y destacar aún más su peores defectos. Resulta en extremo cansado escuchar a dos personas discutir sin sentido sobre cómo darle un beso a un tercero que ni siquiera se metió en la plática y sólo quiere beber una buena copa de ruso negro... ¿Más de lo mismo? Ya no, no estoy para regresar a esa etapa en que burlarse de la desgracia ajena era casi orgásmico. Admito que aún quedan resagos de esa quimera que se vanagloriaba de hacer sentir mal a los otros, pero hoy no, ha sido suficiente. Quiero vivir una vida más tranquila, sin acarrearme enemigos innecesarios. No esto chocheando ni me está empezando a afectar la edad, para nada, apenas tengo 23 años... Pero siento que esa etapa terminó para mí. La noche de ayer fue decisiva para muchas cosas, a pesar de que no las externara. Necesito desprenderme de muchas, muchísimas cosas para continuar. Lo que resta del año será un proceso de despojo, de abandono, de selección cuidadosa. He decidido que mi ruta no es la que pensaba, siento que no es por ahí el camino. Ayer me di cuenta de tantas cosas que no había advertido y que eran pistas obvias de lo que debía hacer. He cambiado tanto en mi interior que sera difícil que los otros puedan entenderlo... Para nada he dejado de ser quimera, pero he descubierto una naturaleza más profunda de nuestra especie. Trascender implica renovarse, no estancarse en lo mismo, como un retrato, para permanecer así hasta la eternidad. No quiero que me recuerden como la quimera que siempre intentó en vano figurar en la historia como una gran literata y fracasó en su intento, no quiero estancarme en esas relaciones que tienen sueños inmediatos, pero sus aspiraciones se detienen ahí, no van más allá. Espero con ansia el otoño, mi estación favorita del año. Me encanta sentir ese vientecillo fresco, comenzar con las bufandas tejidas, los suéteres, chamarras, botas y calcetines de lana... tomar chocolate caliente, una buena taza de café por las mañanas, leer por las tardes y noches en una estasis momentánea, el tiempo que transcurre más lento para dar paso al invierno. He tenido tantas ganas de desahogarme con alguien de todo lo que tengo dentro, sin embargo, anoche descubrí que no tengo en quien depositar esa intimidad, de entregar esas tantas páginas nunca escritas y que he callado en estos breves pero sustantivos 23 años... Tengo la certeza de que muchos entenderán que mi actuar en adelante será como una huída, y en cierta forma es eso, escapar de ese mundo que tanto daño me hizo, que creí que era la personificación material de mi propia personalidad (aunque suene como una redundancia)... No quiero arrepentirme mañana de haber perdido el tiempo creyendo que le ganaba segundos a la eternidad retrasando la muerte en la juventud. No sé qué me hizo cambiar, quizás el abrir mi corazón, aunque no revelara sus secretos a cualquiera, sólo a una persona, a quien doy gracias por ayudarme tanto tanto tanto... En adelante quizás ya no encuentre el amor, ya no lo busco, pero tampoco me parece necesario. Para mí es fácil conseguir sexo, pero no es una necesidad esencial. Requiero de encontrar emociones realmente humanas, apasionantes, apasionadas, que entreguen la vida en lo que hacen... Sé que también son quimeras solitarias, por eso ha llegado mi momento de retornar a la tribu. Cuando me integre a ese mundo sabré que mis ojos estará abiertos al amor, no al otro, sino a lo que llevo dentro...
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