27 de octubre de 2019

246. El magnetismo


Hay quien gusta de creer que el Universo tiene tal perfección en su diseño, que incluso las relaciones humanas se rigen por determinadas condiciones que solo se explican desde la ciencia, como la física, la química, la biología o las matemáticas. Veamos si el magnetismo nos ayuda a comprender un poco estas relaciones humanas.

         En términos generales, el magnetismo se refiere al poder de atracción o repulsión de un imán en relación con otros objetos (principalmente metales), aunque el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española ofrece una acepción adicional en referencia al atractivo que alguien o algo ejerce sobre otra u otras personas o cosas.
         Recuerdo que en mi infancia gustaba de jugar con los imanes del refrigerador de Rebeca, me encantaba ver cómo se atraían y repelían e incluso la fuerza que se requería para tratar de juntarlos o repelerlos (según el caso). En las manos me dejaban una sensación de fuerza y poder para manipular las cosas.
         Con el tiempo me he dedicado a observar y analizar la naturaleza humana y sus relaciones a partir de circunstancias, algo similar a Ms. Marple, famoso personaje de la extensa obra literaria de Ágatha Christie. Esta observación, aunque conocimiento empírico, me ha permitido entender diversos fenómenos sociales bajo distintos escenarios.
         En el caso de las relaciones humanas (ya sea sociales, afectivas, laborales, sexuales, familiares, etcétera), también es posible aplicar esa teoría general en torno al magnetismo: un poder de atracción y/o repulsión, aunque es más evidente con las personas de carácter fuerte.
         Lo hemos visto en el cine, aunque de forma maniquea. El poder de atracción que ejercen los líderes, normalmente identificados como “los buenos de la historia”, y el poder de repulsión que despiertan los antagonistas, por lo regular “los malos de la historia”.
         Aunque las relaciones humanas son más complejas, esta dinámica dual entre el poder de atracción y repulsión puede aplicarse para entender. En la complejidad de una persona, por muy negativa que sea su conducta, también puede despertar atracción (recuérdese la octava temporada de American Horror Story y el personaje de Michael Langdon cuando se acerca a la Iglesia de Satanás).
         En mi caso, Ofelia es más de una personalidad que repele. Lo he hecho por voluntad, aunque durante un tiempo (en mi juventud) fui más una personalidad con poder de atracción. Hoy decido alejar a los “otros” porque no deseo generar vínculos para aferrarme a la existencia. Y sin embargo, en mi negatividad, aún tengo poder de atracción.

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