18 de abril de 2019

107. La cebolla


Tiene un aroma penetrante y con frecuencia desagrada. Imposible darle una mordida sin sentir un poco de repulsión. Nos saca las lágrimas de manera involuntaria. Y sin embargo, es un tubérculo que adoramos por los sabores al ser transformado en la cocina.

         La cebolla es muy curiosa. Es empleada como una analogía de la persona para dar cuenta de las diversas capas que le cubren, aunque no tiene un corazón como las alcachofas y quizás ahí radica una gran diferencia. Se describe al individuo capa tras capa hasta llegar a un corazón en un cuerpo de cebolla, olvidando que las cebollas no tienen corazón, sino las alcachofas.
         La cebolla es más analogía de quienes viven marginados, esos seres cuya extrañeza resulta atractiva porque no corresponde a los estándares sociales. Repele como una primera impresión. Crea una especie de barrera que solo unos cuantos pueden traspasar, aquellos que entienden lo desagradable de un individuo como la primera capa de la cebolla.
         Esos seres penetran capa tras capa y en cada una descubren todo aquello que encierra su coraza, especialmente cuando ocurre ese acto de transformación para compartir un poco de su dulzura una vez que se han mostrado en su transparencia.
         Por supuesto, hay muchas variedades de cebolla, algunas más coloridas y vistosas, otras más comunes dentro de su extrañeza, pequeñas, grandes, alargadas o redondas, de aromas intensos o muy suaves. Todas también confluyen en un mismo punto: su intensidad arranca lágrimas de aquellos con quienes tiene contacto.
         Dichas lágrimas pueden ser por experiencias positivas o negativas, pero una cosa es segura: siempre habrá una reacción del otro al contacto con los seres cuya esencia se asemeja a la cebolla. Si tuvieran corazón, al igual que la cebollas, sería muy pequeño, incapaz de albergar grandes sentimientos, aunque se encontraría muy debajo de todas las capas que le cubren.
         Hablo de la cebolla porque me identifica. Tal vez los otros se han formado una idea similar de mí, alguien que debajo de todas sus capas oculta un corazón y en ese imaginario aún piensan que mi secreto es una necesidad afectiva para dar vida a ese corazón. Ilusos.
         Este corazón fue masticado por las bestias, por estos monstruos que envenenan cada una de las capas que me cubren y la imagen proyectada solo es reflejo del tormento que hay muy dentro. Necesidad afectiva es algo muy común, generalizado, universal. Mis necesidades son muy diferentes, pero morirán aquí dentro, en el silencio de mi nombre.

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