9 de junio de 2019

156. La pulcritud


La palabra “pulcritud” me parece muy curiosa, sobre todo cuando es empleada en pleno siglo XXI (sí, utilizada incluso por su obsolescencia) para referirse a una cualidad de aseo, limpieza, buen decoro, arreglo, equilibrio y proporción en la imagen personal, cuando el origen de la palabra, en su etimología, se refiere a la belleza.

         En la escuela, allá en tiempos de mi tierna infancia, teníamos un decálogo que debíamos observar todas las alumnas (¿nunca les he mencionado que mi primera escuela era exclusiva para niñas?) y uno de sus primeros puntos era observar la pulcritud en nuestra imagen personal.
         Ignorar las raíces grecolatinas del lenguaje nos hizo preguntar en no pocas ocasiones a las maestras qué significaba pulcritud y por respuesta siempre nos decían que había que estar aseadas, acicaladas y bien peinadas cuando nos presentáramos en el aula de clases.
         La palabra fue recurrente años más tarde, en mi juventud y durante casi toda mi edad adulta, en los diferentes espacios donde transcurrió mi vida, curiosamente con un significado similar: la limpieza y la buena presentación en público. Dicha imagen incluía desde la cara lavada, los dientes limpios, zapatos boleados, ropa lavada y bien planchada; una imagen “decente” que no revelara la miseria de nuestras vidas.
         Ignoro en qué momento se desvió el significado original de la palabra “pulcritud” como equivalente de “belleza” (que también la belleza es un concepto abstracto cuyo significado e implicaciones dependen del historial de cada persona” y pasó a convertirse en sinónimo de “limpieza en la imagen personal”.
         Finalmente la pulcritud me ha valido un comino, independientemente de su acepción, y hago de mi imagen personal una lluvia de ideas que refleje mi estado del ser. Juzgamos por la apariencia y no lo que hay debajo de ese artificio. En todo caso, creería más bien que la pulcritud es ese artificio para ocultar la verdadera esencia.
         ¿Qué tiene de mala una imagen no pulcra, que se muestra tal cual es?, ¿tiene más valor o es menos auténtica si se disfraza bajo un complejo artificio de hábitos y costumbres? Al mundo moderno le hace falta más empatía que pulcritud. La apariencia es menos verdad que la sinceridad, desde mi punto de vista.
         Seamos pulcros, en la medida de nuestras concepciones.

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