24 de junio de 2019

174. El crimen


Hay quien dice que las leyes fueron creadas para ser violadas. Lo cierto es que la creación de las leyes se dio en respuesta a una circunstancia, como una manera de poner orden y regular aquellos actos que son permitidos y castigar las conductas que lesionan.

         Consideramos crimen a todo ese conjunto de actos que no se ajustan a lo que permiten las leyes, sin embargo, hay conductas que lastiman y no están consideradas dentro de las leyes. Esto ocurre por los vacíos o lagunas legislativas, de ahí surgió la hermenéutica del derecho a fin de interpretar todo el marco normativo y regulatorio sobre las conductas humanas.
         Al escuchar la palabra crimen hay dos pensamientos que vienen a mi mente: “Crimen y castigo”, una de las obras más conocidas de Fiodor Dostoievski, y la extensa producción literaria de Ágatha Christie como novelista de suspenso.
         Puede ser coincidencia, pero en ambos casos se habla de crimen como equivalente de homicidio o asesinato, a pesar de que el crimen también podría haberse referido a un simple asalto o robo, aunque resulta curioso que esta misma acepción sobre el crimen es la que aplica para el periodismo actual de nota roja.
         “Crimen y castigo” se concentra en el debate moral del protagonista sobre el crimen cometido y cómo, en teoría, triunfaría el deber moral de recibir castigo por el crimen cometido. ¿Por qué ha llamado tanto la atención esta obra? Justamente por ese debate moral que nos permite conocer un poco más de la naturaleza humana.
         No obstante, creo que la obra de Ágatha Christie nos ofrece un panorama mucho más amplio sobre la naturaleza humana y qué factores influirían para que una persona llegue a cometer un crimen. Aunque sus historias cuentan con varios protagonistas, y el más frecuente es el Sr. Poirot, me inclino más por la Sra. Marple.
         El primero es más semejante a Sherlock Holmes, personaje creado por Arthur Conan Doyle como un detective peculiar cuyo razonamiento dista mucho de la lógica que solemos utilizar en la vida cotidiana. La segunda recurre más a la observación y al instinto, parece aplicar más la sociología, la antropología y la psicología para la solución de diversos crímenes.
         ¿En qué lado de la ley me encuentro? Para la ley, yo no existo. He cometido crímenes. He sido víctima de crímenes. Pero no hay documentos que testifiquen sobre mi existencia. Existo, sí, en el vacío legal. Esa es mi vida: actos que aún no contemplan las leyes.

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