Tarta, torta o pastel, como
también se ha conocido en otras regiones del mundo, lo cierto es que ignoro el
origen de este alimento por lo general dulce y que a lo largo de la historia ha
evolucionado a tal grado que hoy solo es una migaja de trigo envuelta en capas
y capas de merengue creando un artificio que nadie se ha de comer.
Quiero
pensar que los primeros pasteles surgieron en el mediterráneo, cerca de los diversos
puertos a donde llegaban mercancías del mundo antiguo, y debió ser en una época
en la que ya se utilizaba el trigo molido en la elaboración de panes, porque
incluso en los banquetes que llegó a ofrecer la gran Cleopatra ya se
mencionaban los famosos pastelillos de higos y miel de Quíos.
Originalmente
debieron ser una masa muy líquida donde se mezclaban harina de trigo (podrían
ser de otros granos, aunque este ha predominado a lo largo de la historia),
leche, huevos, mantequilla y endulzante (podría ser azúcar o miel).
Por
supuesto que las variantes surgirían con ingredientes añadidos durante la
preparación o en la decoración, ingredientes que van desde la vainilla y la
canela (especias exóticas que solo podrían haberse conseguido en las grandes
caravanas) hasta una enorme diversidad de frutos en diversas presentaciones y,
siglos más tarde, elementos decorativos como el betún, la crema batida, el
ganache, el fondant y otras técnicas de pastelería más contemporáneas.
También
surgieron con el tiempo los pasteles del tipo salado, incluso los llamados
“pasteles de carne” cuyas variantes corresponden al tipo de carnes que se
producen en cada región, aunque son más típicos de la zona norte de Europa, sin
olvidar los pasteles de pescados o mariscos tan socorridos en las costas de
España, Portugal y Francia.
Usualmente
los pasteles han servido para coronar una ocasión especial e incluso han
llegado a las grandes cortes reales con recetas creadas exclusivamente para una
persona a celebrar y hoy vemos estas grandes creaciones que son maravillosas,
pero incomestibles debido a la gran cantidad de artificios y nada de sustancia
original: el pan de trigo.
Para
quienes no conocen mis hábitos alimenticios, el pastel está entre mis platos
favoritos, aunque no en todas las variedades. Me inclino más por los pasteles
de frutas o con cajetas, pasteles con la miga suave y esponjosa, no resecos,
pero tampoco pastosos. No soy muy afecta a los betunes ni adornos. Una rebanada
con una bola de nieve y quizá algún trozo de fruta me es suficiente.
¿Ocasiones
especiales? Que traigan pastel a mi lecho de muerte.
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