15 de junio de 2019

163. La migración


Nadie deja su hogar por gusto. Debió existir un elemento que lo motivó, un factor clave que representaba una amenaza. Reducir la migración a la búsqueda de oportunidades es dejar de lado tantos elementos que componen este fenómeno, que se ha agudizado en las últimas décadas, cada vez más motivado por las desigualdades y los enfrentamientos bélicos.

         El mundo está en guerra., solo un tonto afirmaría lo contrario, pero no siempre ha sido así, por eso no podríamos resumir la migración como una consecuencia de la guerra. Solo es un signo distintivo de los tiempos que vivimos, aunque este fenómeno surgió con los primeros grupos nómadas que poblaban la Tierra.
         Así fue como se pobló América antes de ser América. Grupos nómadas provenientes de Oriente que cruzaron el Estrecho de Bering y desde el norte se distribuyeron hacia el sur. Al menos esa es la teoría mayormente aceptada por la Antropología, una ciencia que en reiteradas ocasiones ha dicho que la humanidad surgió en África y de ahí se dispersó a través de los continentes.
         La migración coadyuvó a la fundación de los pueblos y el mayor ejemplo lo tenemos con Roma y el mito sobre su origen, la gran Loba que amamantó a Rómulo y Remo, aunque también había pueblos enteros dedicados a la migración debido a su actividad. Hablamos de las grandes caravanas de comerciantes que iban y venían entre Oriente y Occidente cargando mercancías exóticas de todos los pueblos por los cuales cruzaban.
         Otro gran pueblo con tradición migrante ha quedado plasmado en el texto sagrado de la tradición judeocristiana. Las guerras motivadas por una religión han sido uno de los factores más violentos que han derivado en la migración de los pueblos. Hoy esas guerras continúan y con dolor vemos las imágenes de una Palestina reducida a escombros, con un pueblo diseminado por el mundo huyendo del terror de la guerra.
         En América y en Europa se vive el fenómeno migratorio de manera distinta, aunque con factores similares. Las desigualdades tan acentuadas a las que se enfrentan los pueblos del hemisferio sur han motivado desde hace muchas décadas la migración de gente hacia los pueblos del hemisferio norte, movidos por esa idea de prosperidad económica que no gozarán en sus lugares de origen.
         Pero la xenofobia ha intensificado las muestras de odio hacia esos pueblos que dejan su hogar en busca de otros horizontes. Es un odio que genera violencia y muerte, que margina, que viola derechos humanos y por mucho que se hable en las noticias sobre estas injusticias, los gobiernos piensan en el factor económico más que en los derechos humanos. La migración es moneda de cambio.
         Yo misma he sido migrante. Hoy vivo en el exilio. Añoro mi tierra, pero esa tierra ya no existe. ¿Cómo añorar lo que ha dejado de existir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario