30 de junio de 2019

179. La duda


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Si algo tiene la certeza es el instante en que la duda aflora y acaba con los cimientos de una verdad que creíamos como mástil de un barco. La duda acecha en todos los rincones. Ignorarla es mantenerse en la ceguera de la que hablaba Platón en el mito de la caverna.
         Un dogma, por el contrario, no admite lugar a dudas. Es una verdad incuestionable en la que se cree como un acto de fe y la fe, como es bien sabido, no cuestiona. Sin embargo, occidente y la cultura heredada desde los griegos nos llaman a cuestionar esas verdades como una forma de construir conocimiento.
         Dudar nos hace ver una cosa desde varias perspectivas y no admitir algo como “totalmente cierto” hasta que hemos contestado a todas las dudas que han surgido durante el cuestionamiento sobre la cosa en cuestión. Tal vez ahí surgió la filosofía, cuando alguien se preguntó “por qué”.
         No confundamos el “por qué” cuando se cuestiona una realidad o una cosa y el “por qué” cuando se presenta una situación o circunstancia que no alcanzamos a comprender porque escapa de nuestra lógica de pensamiento, como esos casos en los que ocurre una muerte y, según nuestro sistema de creencias, nos preguntamos “por qué” justamente esa persona tenía que morir bajo esas circunstancias, como si no creyéramos que la muerte es posible mientras se sea mortal.
         La humanidad vivió durante muchos años (milenios) con una concepción de la Tierra sujeta a un sistema de creencias incuestionable, hasta que alguien se preguntó sobre esa realidad y buscó otras perspectivas al respecto. Hoy sabemos que la Tierra no es plana ni está sostenida por cuatro elefantes y una tortuga gigante, aunque esto es una verdad para quien vive sujeto a ese sistema de creencias.
         La duda no te hace más sabio ni menos ignorante, a menos que te mueva a buscar otra respuesta ante la verdad que se te presenta. La Tierra seguiría siendo plana o sostenida por cuatro elefantes y una tortuga gigante de no ser porque alguien ofreció una respuesta alternativa a ese sistema de creencias y nosotros, por voluntad, decidimos creer en esa respuesta alternativa.
         Mi vida ha sido una duda permanente que, por momentos, tiene una respuesta, cada mañana cuando me miro en el espejo y veo ese reflejo que me observa desde la otredad. Me pregunto quién soy y por qué sigo viva cuando detesto mi vida y mi existencia.
         La respuesta la sé, pero me niego a aceptarla. Pienso que en algún punto debe existir una respuesta alternativa a esta vida y esta existencia. Tal vez muera sin saberlo realmente.

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