4 de agosto de 2019

204. El esfuerzo


Conocí a alguien que distinguía entre “trabajo” y “esfuerzo”, al menos desde su perspectiva personal, independientemente de que en la vida cotidiana esos límites se hayan difuminado hace mucho tiempo.

         Decía que el trabajo es más una actividad que realiza el ser humano con el propósito de llegar a algo, mientras que el esfuerzo se refería más a una labor propia de los animales. Quizás un término clave entre ambos conceptos sea la “civilización”, más vinculada con el primero que con el segundo.
         Sin embargo, retomo lo escrito en el primer párrafo respecto a esos espectros de indeterminación que se han difuminado desde hace mucho tiempo. Hoy nos referimos al trabajo o al esfuerzo de manera indistinta como un mismo concepto que se limita al mismo referente: una acción que lleva a otra acción.
         La idea de trabajo, en este contexto, implicaría desde mi punto de vista un sistema en el que la persona que ejecuta la acción está subordinada y la acción que ejecuta responde a una instrucción, mientras que mi idea de esfuerzo no incluye ese sistema de jerarquía y la propia acción responde a un deseo o aspiración personal para pasar de una circunstancia a otra.
         Es probable que exista alguna teoría científica sobre el esfuerzo, una teoría que implique el grado de impulso (incluyendo todo un sistema de medición) para pasar de una circunstancia a otra, tomando en cuenta diferentes parámetros entre los que se incluyen dos fundamentales: dónde se estaba y a dónde se espera llegar.
         La circunstancia base puede ser determinante para motivar, fomentar, impulsar el esfuerzo que una persona realiza para cambiar de circunstancia, como si se aspirara a algo mejor, una diferencia en la que conviven varios factores, desde la bondad, la concepción del bien, una idea de bienestar (económico, social, político, laboral, etcétera).
         En mi visión de mundo, el esfuerzo es una fuerza medible       que implica un impulso de un punto a otro, aunque quedan algunos detalles al margen, como el factor que motivó el esfuerzo, la conciencia de una persona para identificar dónde se encuentra, hacia dónde aspira a legar y la acción que debe ejecutar para lograrlo.
         ¿He aplicado el esfuerzo en mi vida cotidiana? Puede ser. No soy la misma de ayer ni seré la misma de mañana. Cada día de todos los días de mi vida me enfrento a esas circunstancias y me veo obligada a tomar decisiones, analizando mi propia circunstancia y el punto al que aspiro a llegar.
         Cuando suceda lo que ha de suceder, el esfuerzo, cualquier esfuerzo o trabajo que haya ejecutado en vida, se disolverán e mi no-existencia. Se volverán silencio, como mi nombre.

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