10 de agosto de 2019

221. El deterioro (II)


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Absurdo es pensar que las cosas permanecerán tal cual son con el paso del tiempo, como si no tuvieran un ciclo “natural” ni intervinieran las leyes de la física en la alteración de la materia. Hasta una roca sufre cambios al pasar de los siglos.

         ¿En qué momento de la vida asumimos la conciencia sobre el deterioro de nuestro cuerpo? No sé si coincidir con quienes piensan que el deterioro está muy relacionado con la muerte. Incluso los organismos que han muerto continúan su proceso natural de deterioro (degradación).
         Más bien soy de la idea de que el deterioro, más que la cercanía con la muerte (una roca no tiene vida y, sin embargo, se deteriora), está vinculado con el pasar del tiempo, como una fuerza que no podemos ver, pero a la que hemos dado un parámetro que nos permita medir el deterioro de manera científica.
         ¿En qué momento de la vida comienza el deterioro? Desde la concepción. Una vez que una semilla es germinada, el deterioro forma parte de ese proceso, imperceptible quizá hasta que, en el caso de las personas, inicia el primer cambio de dentadura, aunque en esa etapa regularmente se piensa en el crecimiento, en el desarrollo de la persona, más que pensar en su deterioro.
         Este segundo pensamiento sería admitir en cierta forma que mientras pasa el tiempo vamos dejando un poco de vida a través del deterioro del cuerpo, una idea inconcebible cuando se está muy aferrado a la vida. La psicología nos hablaría de un proceso de negación, proceso que se ha vuelto más visible en aquellas personas que se someten a numerosos tratamientos (incluyendo la cirugía plástica) para ocultar ese deterioro, detenerlo o revertirlo.
         Vivimos en una época y una cultura que rechaza el deterioro, de ahí la vejez que se aferra a una juventud hace tiempo vivida, porque la vejez no tiene cabida en un mundo que idolatra la lozanía de la juventud. Recordemos que esta época mide a las personas (y les otorga un valor) a partir de su capacidad para producir.
         Pero el cuerpo es un deterioro permanente, eso hay que admitirlo. Incluso hay quienes llevan un estilo de vida al que llaman “saludable”, haciendo ejercicio casi a diario (imaginemos una hora de ejercicio diario, trescientos sesenta y cinco horas al año, ¿cuántas en toda una vida?, ¿cuánto representa el ejercicio en toda una vida?), como otra forma de “retrasar” ese deterioro natural del cuerpo.
         Y por mucho madrugar uno vive demasiado. El deterioro es la sombra que nos sobrevive una vez que suceda lo que ha de suceder.

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