5 de agosto de 2019

208. El elogio


El elogio en boca propia es vanidad y soberbia, un falso reconocimiento a una virtud aparente que disfraza su arrogancia con adjetivos calificativos para ocultarse.

         Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que se trata de una “alabanza de las cualidades y méritos de alguien o de algo”, un otro que aplaude, aunque el motivo del aplauso sea una farsa.
         Hablo así porque en estos tiempos es muy frecuente encontrar muestras de elogios que se desviven por alguien, en especial cuando se trata de política, aunque esos elogios estén cimentados en una figura de arcilla que a la primera lluvia se desmorona.
         Alabar a alguien podría ser un sentimiento quizás auténtico cuando se trata de algo en lo que se cree por convicción personal, como un acto de fe, porque la persona alabada ha despertado ese sentimiento en nosotros y ese elogio se expresa por voluntad.
         Por el contrario, cuando el elogio responde a un interés personal, como si se aspirara a obtener un favor o reconocimiento propios por aplaudir, caemos en un falso elogio y de esos abundan en la política. No es gratuito que estos sistemas aparentemente democráticos me causen náuseas, en especial cuando los actores salen con sus reflectores a buscar los aplausos erigiendo imágenes con virtudes que no les son propias.
         Decía Rebeca que antes de aplaudir, hay que trabajar para tener motivos para aplaudir. Casi nunca he expresado elogios hacia alguna persona. De hacerlo, tendría que ir a sus tumbas porque hará unos años que ya partieron de este mundo.
         Virginia Woolf y Wislawa Szymborska estarían en primera lista, encabezando una pequeña hilera de nombres que han merecido mi reconocimiento y admiración por su trabajo (literario) que ha despertado en mí numerosos sentimientos, en algunos casos casi me convencen de comenzar a amar mi vida y mi existencia, casi.
         El elogio moderno se encuentra en las redes sociales y se manifiesta a través de reacciones e interacciones con lo que ahí se expresa. Pero mantengo lo dicho: un elogio tiene muchos contextos y solo responde a uno. Si hay un interés personal, no es elogio: se trata de prebendas.
         A este mundo le hace falta aprender a aplaudir por el gusto de aplaudir y brindar un aplauso a quien lo merezca por su talento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario