Escribía William Blake que la
locura es la capa de la villanía, como una especie de accesorio que le otorgara
solemnidad. Es una pequeña expresión de los “Proverbios del Infierno” que nos
ofrecen reflexiones en torno a la naturaleza y los matices del mal y del bien
que conviven dentro del ser humano.
El
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos ofrece tres
acepciones de la villanía: “bajeza de nacimiento, condición o estado; acción
ruin; expresión indecorosa”. La expresión de William Blake estaría más
relacionada con la primera, aunque no deja de vincularse por extensión con las
demás.
La
villanía nos ha sido mostrada en estos tiempos como una rama de la locura (y no
a la inversa) que parece concentrar en una persona atributos de malignidad para
cometer fechorías en contra de alguien a un grado que podría parecer
“enfermizo”.
Ironicemos
pensando que un villano es alguien originario de una villa, aunque en el fondo
nuestro contexto se remita al antagonista de una historia (así se trate de la
vida cotidiana). Adolfo Hitler podría ser un ejemplo de un villano que rayó en
la locura y llegó a cometer actos de lesa humanidad. No era originario de una
villa, pero fue el antagonista de una historia que millones quisieran olvidar y
que nunca se repita.
En
el séptimo arte y en la literatura tenemos grandes ejemplos de villanos.
Pensemos tan solo en los cuentos infantiles o en los relatos fantásticos,
muchos de los cuales han sido llevados a la pantalla grande por Disney y nos
ofrecen una imagen de villano que ha contribuido a la construcción de un ideal
en torno a la villanía.
Aunque
caricaturizados, encontramos personajes con ambiciones personales que recurren
a todo tipo de artimañas para afectar al protagonista en la persecución de un
objetivo. Se trata de una visión maniquea del mundo (aunque fantástico) que
divide a sus personajes en buenos y malos, entre estos últimos los villanos.
Sin
embargo, tomemos en cuenta que Adolfo Hitler, aunque villano en la historia de
la humanidad, no lo fue desde su nacimiento. Esa villanía también respondió a
una circunstancia personal que muchos atribuyen a la locura (de ahí la
expresión a la que me he remitido de William Blake), lo que tampoco justifica
la comisión de actos ruines.
Disney
también ha comenzado a cambiar estas estructuras en torno a la villanía.
Pensemos en “Maléfica”, una villana que nos fue presentada en la versión
animada como una hada cruel y despiadada que solo buscaba generar daño a los
otros. En el filme protagonizado por Angelina Jolie se nos muestra a una
villana con matices que explicarían el drama de la villanía: actos ruines
cometidos por una circunstancia personal que marcó el rumbo de una vida.
¿Villanía
en mi vida? Crueldad, quizá. Pero esa es otra historia.
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