6 de agosto de 2019

213. La educación


Podríamos entender la educación en dos aspectos fundamentales: la formación escolar para el aprendizaje de habilidades y destrezas con las cuales nos podamos abrir camino en la vida, o el conjunto de valores y normas de conducta (y etiqueta) para convivir en sociedad.

         El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos ofrece más acepciones en torno a este concepto, aunque diría que “es más de lo mismo”, pues se refieren a la “crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes; instrucción por medio de la acción docente; cortesía, urbanidad”.
         Si algo nos dejó la pedagogía (para mayor información, consúltese “En los albores del sujeto pedagógico”, de Luis Felipe Jiménez) fue un análisis en torno a las formas de aprendizaje y enseñanza que originalmente incluían uno o varios propósitos encaminados a una formación integral de la persona, incluyendo no solo el desarrollo de habilidades y destrezas, sino también las normas comunitarias para convivir en sociedad, además de reflexiones en torno a una finalidad superior para la realización de una persona considerando sus aspiraciones personales.
         Si bien los métodos de enseñanza han variado y se han desarrollado con el tiempo (actualmente desconozco la gran gama que hay a nuestra disposición), sí entiendo algunas vertientes clave de esto que se ha llamado pedagogía y que tiene enfoques muy específicos dependiendo de la edad de la persona a educar.
         En la antigüedad fue muy conocido el método “mayéutico” para la enseñanza, que era básicamente un aprendizaje a partir del diálogo, la reflexión, la puesta en duda, el planteamiento de hipótesis y sembrar la semilla para que el individuo buscara sus propias respuestas sin dejar de interrogarse.
         Actualmente los métodos desarrollados son más específicos, desde las técnicas para el aprendizaje de una lengua hasta métodos más precisos para la enseñanza de contenidos especializados (pensemos en la ingeniería industrial con especialidad en maquinaria para la industria minerometalúrgica, por ejemplo).
         Entre todo esto, tengo un pensamiento recurrente sobre los tiempos que corren. Actualmente son muchas las naciones cuyo sistema educativo brinda herramientas para producir y muy rara vez para vivir. Hay quienes piensan que la producción y la generación de riqueza son suficientes para vivir.
         Creo que hay que aspirar a una vida más allá de la mera producción. De lo contrario, el imperio de las máquinas habrá triunfado en un mundo de seres no pensantes en torno a su mismidad.

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