Hay quien piensa que escribir es
un acto mecánico en el que una persona se sienta frente a una máquina de
escribir, una computadora o una libreta (pluma o lápiz en mano) y las palabras
fluyen una tras otra hasta llenar una cuartilla, dos, tres, veinte, cincuenta,
un libro entero. De ser así, ¿cuántas personas terminarían una tesis de grado
en un día?
La
escritura es un lugar común idealizado según nuestro horizonte de expectativas.
Escribir no necesariamente es un don mágico que le ha sido concedido a cierto
tipo de personas (escritores, les llaman). La escritura es noventa y nueve por
ciento disciplina y trabajo; solo el uno por ciento es inspiración.
Se
considera que una persona es alfabeta cuando sabe leer y escribir, pero
escribir, en este caso, se limita únicamente a saber redactar una sentencia u
oración de forma coherente, con sus grafías reconocibles según el alfabeto,
mientras que hay otro tipo de escritura más elaborada, en otros grados de
reflexión y análisis que nos ofrece diferentes visiones sobre el mundo.
Este
tipo de escritura demora un poco más (a veces años) porque se piensa cada
oración, se escucha y se lee una y otra vez, de forma aislada y también cuando
se vincula con otras oraciones, hasta que uno considera que la expresión es la
adecuada para decir lo que tenemos (y queremos) decir, sin lugar a falsas
interpretaciones o jugando con la indeterminación para motivar múltiples
interpretaciones.
Es
falso quien afirma que escribe para sí mismo. Así como existe el autor ideal,
también está ese lector al que van dirigidas nuestras palabras porque alguien
en algún momento leerá eso que llegamos a escribir, así se trate de una
pendejada. Uno escribe de sí mismo en relación con su entorno y su visión de
mundo y habrá quienes compartan esa perspectiva o difieran. Los puntos neutros
no tienen cabida en la escritura.
El
acto de escribir tiene su propia magia y en cada persona se manifiesta de
maneras diferentes. Hay quienes tienden a la disciplina y la rutina para
redactar lo que cruza por su pensamiento. Hay otros que se valen de otros
métodos menos ortodoxos, como es mi caso, que redacto algunas líneas mientras
bebo mi taza de café durante la madrugada (bonito lugar común) y el resto del
día, conforme avanza el proceso de alcoholización (otro bonito lugar común).
Pero,
en definitiva, la escritura y el acto de escribir sigue siendo un lugar común.
No he conocido algún caso en el que una persona se entregue a la escritura
mientras mastica cebollas o bebe agua natural. Habría que investigar sobre las
tipologías que distinguen a la gente que escribe. ¿Qué se escribiría sobre la
gente que escribe?
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