23 de julio de 2019

198. El talento


Hay una cosa maravillosa de la naturaleza humana que llama mucho mi atención y, he de reconocerlo, he leído muy poco al respecto. En la vida cotidiana me he percatado de que hay personas que tienen una especie de don, habilidades por encima del promedio que les hacen peculiares porque se distinguen del promedio (para bien y para mal).

         El talento es definido por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (disculparán que me remita tanto a este compendio léxico, pero es esencial como punto de partida para entender determinados conceptos) como “inteligencia”, “aptitud” o “persona inteligente o apta para determinada ocupación” (hay una cuarta acepción, pero no es el contexto al que nos referimos).
         Si analizamos con detenimiento las acepciones (definiciones) que nos ofrece tal diccionario, tenemos que el talento sería producto de un trabajo mental/intelectual o una conducta que guarda afinidad con determinado contexto o circunstancia, una cualidad que se distinguiría del resto (tal vez) por múltiples factores que escapan de la definición que nos ofrece el diccionario.
         Hay un dicho que reza: “el que nace para tamal, del cielo le caen las hojas”, como si la propia sentencia estableciera que el talento es algo innato, una cualidad con la que se nace y que no necesariamente se desarrolla, como las habilidades y destrezas que uno aprende para abrirse camino en la vida. Muchas veces he estado en un conflicto mental por esta frase, pensando que si del cielo nos caen las hojas, no estamos condenados a ser tamal.
         Creo que en vida una persona puede ser lo que le venga en gana, siempre y cuando desarrolle las habilidades y destrezas para ello. Pienso que el talento es algo innato en todas las personas, como si fuera una semilla, pero depende de cada individuo que esa semilla germine, crezca y dé frutos, porque hay casos en la historia donde el talento murió siendo semilla, sin llegar a florecer: nunca se descubrió.
         Muchas de las grandes figuras que han destacado a lo largo de la historia de la humanidad (al menos las que han trascendido con un nombre) lo han hecho porque exploraron su creatividad, elemento fundamental para descubrir el talento que tiene cada persona, y talentos se cuentan por millares porque la naturaleza humana tiene tantos matices.
         ¿Tengo algún talento? Mis ojos son mi principal herramienta. De él depende mi talento (y mi gran condena): ver el mundo sin filtros, tal como es, no aislado, sino inmerso en diferentes contextos, circunstancias y cargando historiales que han configurado diferentes realidades micro bajo una realidad macro. Es mi condena porque, como Casandra anunciando la caída de Troya, nadie cree en las visiones de la mujer. El hombre nos ha definido como “animal del demonio”.

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