4 de agosto de 2019

205. La rabia


Cada 28 de septiembre se conmemora el Día Mundial contra la Rabia, una enfermedad prevenible gracias a Louis Pasteur y para ello se han desarrollado numerosas campañas de vacunación entre animales domésticos. Pero la gran rabia está lejos de ser combatida, por el contrario, cada día crece más y más y este fin de semana ha cobrado más de 20 víctimas mortales.

         En nuestro imaginario del siglo XX-XXI (generaciones millenial y baby-boomers), la rabia es una analogía del odio que se manifiesta en numerosas relaciones y vínculos sociales a los cuales pretender darles justificación (incluso burlándose, como hizo el hoy presidente Donald Trump en rueda de prensa).
         El Paso y Ohio son dos localidades insertas en este contexto de rabia, un odio que parecería irracional, aunque dirigido hacia un sector en específico: la comunidad latina en Estados Unidos. Tal vez muchos piensen que no tiene relación un tema con otro, pero permítaseme el beneficio de la duda mientras expongo mis ideas.
         Muchos debimos ver la película 28 días (“28 days later”) y su secuela (“28 months later”). Básicamente un virus que muta para adaptarse al ADN de la humanidad y se extiende gracias a los avances de la tecnología. Vi la película en un ciclo de cine sobre visiones apocalípticas en torno al fin del mundo, ciclo en el que se incluían otros filmes en los que era frecuente encontrar la figura del zombie, el muerto envida o el no-muerto que en masa contribuía a la extinción de la humanidad.
         En mi cabecita que piensa cosas raras se ha formado una idea diferente (una interpretación) sobre esas representaciones de apocalipsis donde se involucra un virus, zombies y el fin de la humanidad: la rabia, vista como una analogía de la cultura del odio que se ha arraigado en la cultura contemporánea desde diferentes frentes.
         Este fin de semana hubo varios tiroteos en El Paso, Ohio y Chicago, atentados promovidos por una cultura del odio específicamente hacia la comunidad hispana, latina; promovida por el Ejecutivo del dirigente de ese país.
         En Europa hemos visto ejemplos similares, aunque con un tratamiento mediático diferente. Sin embargo, este odio, esta rabia, tienen un detonante: el miedo al “otro” y la necesidad de extinguirlo antes de que nos afecte, en una especie de paranoia tóxica que genera más pérdidas de vidas que salvación.
         Dudo mucho que mi vida y mi existencia terminen en un hecho así. Se trata de contextos específicos donde el odio es un alimento discursivo que prende la mecha de quienes no requieren mayor motivación para cometer crímenes en nombre de X encomienda suprema para purificar el planeta.
         Ojo por ojo y nos quedamos ciegos.

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