Usualmente relacionada con la
desgracia, la palabra “desastre” implica un suceso infeliz o lamentable, algo
de calidad, resultado, organización, aspecto u otras características “muy
malos”, o tal vez una persona poco hábil, poco capaz, que todo lo hace o a la
que todo le sale mal, de acuerdo con las definiciones que nos ofrece el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
Pero
vayamos por partes, diría Jack “El Destripador”. Respecto a la primera
acepción, relativa a un hecho o suceso negativo (que han sido muy recurrentes
en mi vida, sin afán de victimizarme), parece quedar bastante claro a qué nos
referimos. Incluso recuerdo una expresión de un conocido que decía “lo planeado
siempre sale mal”, aunque tengo la impresión de que esta persona quería decir
que las cosas que se planean mucho por lo regular no resultan como esperábamos.
Una
circunstancia que resulta “lamentable” o “infeliz” me da la impresión de que es
algo que pudo prevenirse, como también me ocurre usualmente. Casandra estaría
como pez en el agua en este entorno: haciendo predicciones con base en la
observación y el análisis de situaciones que pueden prevenirse y el mundo hace
caso omiso a las advertencias.
Cuando
hablamos del desastre como algo referente a las cosas, también evocamos esa
posibilidad de prevenir aquello que puede salir “mal” (que también el “mal”
tiene sus matices, hay que reconocerlo). En una empresa, si el patrón (o el
responsable de Recursos Humanos) contrata a una persona que no reúne el perfil
para una función (que también hay que pensar en esos aspectos que quedan fuera
de un currículum y son importantes para cualquier función, así sean producto de
la experiencia), las cosas vinculadas con la función de esa persona serán un
desastre.
Yo
podría hablar del desastre que es mi vida, yo, como hacedora y propietaria de
esta vida y esta existencia que detesto. Podría referirme con ese desastre a
hechos o situaciones que no han ido como lo planeado (¿quién planea su vida de
forma milimétrica para evitar cualquier error, por mínimo que parezca?).
También
podría referirme a cosas que han sido consecuencia de esos hechos o situaciones
adversas, circunstancias en las que no he tomado la mejor decisión y me han
conducido a una circunstancia de “desastre”.
Y
eso me lleva al siguiente punto: toda yo puedo ser un desastre, con las
decisiones que he tomado ante determinada circunstancia o contexto, que luego
han repercutido en todas esas cosas que he hecho “mal” (o con un estándar por
debajo de lo usual y aceptable).
¿Me
importa? Si mi propia vida y existencia son un desastre, el mundo puede irse a
la mierda.
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