Hay un mito en la tradición
judeocristiana donde se narra el surgimiento de las diversas lenguas de las que
se derivan todos los idiomas del mundo: la torre de Babel, un hecho aún mítico
(no ha podido comprobarse la existencia de tal torre) que dio origen a la
confusión entre la humanidad.
El
acontecimiento se narra en las Sagradas Escrituras, en el Génesis, en un tiempo
posterior al gran diluvio que representó una primera purga de la humanidad (no
olvidemos que fue por la mano del Dios judeocristiano). La humanidad hablaba la
misma lengua y, sin motivo expreso en los textos sagrados, el pueblo decidió
construir una ciudad con una torre “cuya cúspide llegue hasta el cielo”.
La
expresión siguiente, “hagámonos así famosos y no andemos más dispersos sobre la
faz de la Tierra” me parece más una especie de arrogancia impresa por los
escribanos, arrogancia que permitiría justificar la también arrogancia del Dios
judeocristiano para cuestionar la construcción: “he aquí que todos forman un
solo pueblo y todos hablan una misma lengua; siendo este el principio de sus
empresas, nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan”.
¿Amenaza?
Difícil saberlo, al tratarse de un mito. Lo que es claro (y así consta en los
textos sagrados) es que Babel fue el origen de la confusión entre la humanidad
a partir del lenguaje. Curiosa interpretación de un mito, donde el lenguaje
resulta crucial para la comunicación.
Curioso
también que en las mismas escrituras se le dé mayor peso al lenguaje y la confusión
derivada que a la propia construcción con la que se pretendía llegar al cielo.
Personalmente, esto implicaría que es posible alcanzar el cielo unidos como un
solo pueblo, con un mismo lenguaje y una construcción simbólica que llegue al
cielo del que se habla en el mito bíblico.
Hace
más de medio siglo que la humanidad llegó a la Luna, el único satélite con el
que cuenta la Tierra. Y existen numerosos satélites alrededor del sistema solar
documentando lo que existe “más allá”. Se han superado las barreras del
lenguaje al profundizar en las artes de la traducción y la interpretación.
¿Faltaría que la humanidad se una como un solo pueblo para alcanzar el cielo bíblico?
De
ser así, tal vez nos enfrentamos a un nuevo elemento de confusión para estos
tiempos modernos: la política y la economía. Ambos han determinado la
separación de las naciones. No hay un solo pueblo, hay pueblos divididos por
intereses económicos que derivan en intereses políticos.
¿Qué
nos depara como humanidad?
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