Esta mañana las noticias me
despertaron con imágenes de Venecia invadida por el agua, no como solemos
imaginarla, con sus galeras entre canales que cruzan la ciudad y una gran Plaza
de San Marcos invadida por palomas. No, esta vez el agua superó sus límites y
penetró en todos los rincones.
Dicen
que hace casi setenta años no se presentaba una inundación de tales dimensiones
en Venecia. Han declarado estado de emergencia. La gente aparece en múltiples
imágenes cargando sus posesiones, desde mascotas, ropa, documentos, hasta
bolsas de grandes boutiques conteniendo artículos de lujo (curiosa la imagen de
una joven sosteniendo una enorme bolsa de papel de la marca “Louis Vuitton” y
en otra mano un par de botas de la misma marca).
Hogares,
restaurantes, oficinas, iglesias, hasta edificios gubernamentales, todo ha sido
invadido por el agua. Incluso refiere una nota que los miembros del Parlamento
tuvieron que abandonar el edificio sede luego de concluir su votación en contra
de emprender medidas contra el cambio climático debido a que el inmueble
también fue invadido por el agua y no había condiciones para continuar con la
sesión.
No
es el primer lugar del mundo que pasa por una circunstancia así. Incluso es
menos grave que los tsunamis que han vivido especialmente quienes habitan en
Oriente, sobre todo en Japón e Indonesia, fenómenos que han cobrado miles de
vidas y han dejado un desastre a su paso. Difícil aún predecir con tiempo este
tipo de fenómenos, cada vez más graves y en mayores magnitudes y muchos creemos
que se debe principalmente a los efectos del cambio climático.
¿Por
qué reflexiono sobre este tema? La naturaleza también puede ser una analogía
del paisaje interior. Aquí, debajo de los nervios que me cubren, la oquedad ha
sido invadida por una inundación. Son demasiadas emociones que llegan como
tsunami y penetran todo. Me ahogo, sí, pero no he encontrado la forma de dejar
salir tanto y tantas cosas.
Si
el agua se estanca, temería lo peor, todo aquello que me turba por las noches y
cuyas consecuencias apenas llego a imaginar.
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