17 de noviembre de 2019

296. El cumpleaños


Nací un veintitrés de octubre. Al menos es la fecha que me aseguró Rebeca que fui traída al mundo, como consta en los documentos que me acompañan desde hace más de setenta calendarios y sus lunas respectivas.

         Ignoro dónde y cuándo surgió esa tradición de realizar una celebración por una vuelta más al sol, celebración que incluye diferentes rituales que varían de acuerdo a la época, el país y la doctrina que se practique e incluso influye el número de años que se cumplan (en Occidente no podríamos comprar un festejo durante los primeros diez años de vida, que llegar a los quince años o alcanzar la mitad de siglo).
         En toda mi vida nunca he asistido a una celebración tal. Ni siquiera yo misma he celebrado mi cumpleaños, aunque recuerdo una ocasión en la que Rebeca preparó una tarta de frutos rojos con un poco de crema batida y que depositó en la mesa una vez terminada la cena. Solo estuvimos ella y yo. Nadie más nos acompañó en ese momento íntimo, pero tampoco lo necesité.
         Que yo recuerde nunca me he emocionado por alguna celebración, de cualquier tipo, en cualquier época del año. Ermitaña lo he sido toda mi vida. Evito el contacto humano. En mi aislamiento me permito observar todos estos rituales que hoy forman parte de la naturaleza humana y en el caso de los cumpleaños, me parecen llamativos los detalles que adornan estas celebraciones.
         No sé si responden a un agradecimiento (¿a quién?) por un año más de vida (¿se puede agradecer por estar vivo?), por la esperanza de un año más de vida (¿podemos esperar más vida a pesar de la renuncia?), por la expectativa de nuevos proyectos en nuestro camino, por una motivación especial después de los logros alcanzados en los años previos, no sé, no sé, no sé.
         Creo que todas estas cosas pueden practicarse en el día a día sin necesitar de una fecha especial, pensar cada mañana que seguimos con vida, que cada día es la oportunidad de comenzar, de recomenzar, de concluir ciclos, de iniciar nuevos ciclos, de explorar otros horizontes. ¿Por qué celebrar una fecha como si fuera especial? Por lo que sé, los animales no son conscientes de sus ciclos de vida. Viven y eso basta para su existencia.
         ¿A qué responderán todos estos rituales?

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