Nací un veintitrés de octubre. Al
menos es la fecha que me aseguró Rebeca que fui traída al mundo, como consta en
los documentos que me acompañan desde hace más de setenta calendarios y sus
lunas respectivas.
Ignoro
dónde y cuándo surgió esa tradición de realizar una celebración por una vuelta
más al sol, celebración que incluye diferentes rituales que varían de acuerdo a
la época, el país y la doctrina que se practique e incluso influye el número de
años que se cumplan (en Occidente no podríamos comprar un festejo durante los
primeros diez años de vida, que llegar a los quince años o alcanzar la mitad de
siglo).
En
toda mi vida nunca he asistido a una celebración tal. Ni siquiera yo misma he
celebrado mi cumpleaños, aunque recuerdo una ocasión en la que Rebeca preparó
una tarta de frutos rojos con un poco de crema batida y que depositó en la mesa
una vez terminada la cena. Solo estuvimos ella y yo. Nadie más nos acompañó en
ese momento íntimo, pero tampoco lo necesité.
Que
yo recuerde nunca me he emocionado por alguna celebración, de cualquier tipo,
en cualquier época del año. Ermitaña lo he sido toda mi vida. Evito el contacto
humano. En mi aislamiento me permito observar todos estos rituales que hoy
forman parte de la naturaleza humana y en el caso de los cumpleaños, me parecen
llamativos los detalles que adornan estas celebraciones.
No
sé si responden a un agradecimiento (¿a quién?) por un año más de vida (¿se
puede agradecer por estar vivo?), por la esperanza de un año más de vida
(¿podemos esperar más vida a pesar de la renuncia?), por la expectativa de
nuevos proyectos en nuestro camino, por una motivación especial después de los
logros alcanzados en los años previos, no sé, no sé, no sé.
Creo
que todas estas cosas pueden practicarse en el día a día sin necesitar de una
fecha especial, pensar cada mañana que seguimos con vida, que cada día es la
oportunidad de comenzar, de recomenzar, de concluir ciclos, de iniciar nuevos
ciclos, de explorar otros horizontes. ¿Por qué celebrar una fecha como si fuera
especial? Por lo que sé, los animales no son conscientes de sus ciclos de vida.
Viven y eso basta para su existencia.
¿A
qué responderán todos estos rituales?
No hay comentarios:
Publicar un comentario