19 de noviembre de 2019

307. La grieta


En Japón hay una curiosa tradición de reparar los objetos que se han roto, mediante un proceso artesanal con aplicaciones de oro (al menos me parece que es una aleación con esa tonalidad dorada) para unir las diferentes piezas del objeto. Al final se obtiene la pieza original resaltando las grietas con este material para conservar la belleza de su fragilidad.

         Ojalá en las relaciones humanas se pudiera dar este proceso (tal vez es posible, aunque no hemos encontrado un método certero y definitivo). Una grieta en este tipo de relaciones (familiares, amistosas, afectivas, amorosas, etcétera) puede perdurar toda la vida o cerrarse con el paso del tiempo, aunque siempre involucra un elemento fundamental: la voluntad de “sanar”.
         Es evidente que un objeto no está en igualdad de circunstancias que un ser humano, por tal motivo no aplicaría en ellos la voluntad de “sanar” debido a que no se trata de entes animados, como sí lo son las personas (incluso los animales y plantas podrían entrar en esta categoría, como ha demostrado la ciencia).
         En todo caso, sea objeto o ente animado, se requiere de una mano externa en este proceso de reparación / sanación, a veces involucrando a la mano que produjo la grieta (no aplica para el caso de fenómenos de la naturaleza como la Falla de San Andrés o la Fosa de las Marianas).
         ¿Es posible sanarse a sí mismo de las grietas adquiridas con el paso de los años? Dependerá de cada uno la respuesta, al tratarse de una circunstancia particular y no generalizada, pues cada grieta responde a factores específicos que requerirán también de una intervención específica para su sanación.
         En mi caso, claro que he ido cumulando grietas de todo tipo, quizá no son en gran número, pero sí con gran profundidad, aunque no he tenido la voluntad para sanar ni lo he buscado. Esta falta de voluntad (como ya he dicho, incluso para vivir y existir) ha transformado esas grietas en emociones que se han ido clavando aquí dentro, en un mar de desesperación y desolación.
         ¿Quién o qué ha provocado estas grietas? Sus nombres y rostros los llevo aquí grabados debajo de la piel, pero morirán en mi silencio porque así lo he decidido. Tal vez me he ahogado en resentimiento y dolor, pero no está en mi naturaleza trascender este tipo de experiencias para convertirlas en una sonrisa. Que suceda lo que ha de suceder hasta que todo esto se convierta en silencio.

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