Un “gracias” no se le niega a alguien, más cuando se lo ha ganado a pulso, pero en estos tiempos cuestan las palabras de agradecimiento porque la bondad ha perdido su sentido mientras no haya espectadores.
A todos gracias:
Por la lectura.
Por la no lectura.
Por pasar de largo y por detenerse.
Por las palabras y los silencios encontrados.
Por el llamado y el eco que no se atreve a ser nombrado.
Por la penuria.
Por la alegría.
Por la constancia y la disciplina.
Por la locura.
Por la terca necedad de exprimirme la existencia hasta no saber de mí.
Por el testimonio de las letras.
Por la duda que no aterriza.
Por la verdad que no cruza el umbral.
Por la expresión equivocada en el ojal correcto.
Por la puntada suelta, hecha y desecha con mi andar.
Por la parquedad y pleitesía.
Por ser y aparentar.
Por el invierno que se filtra en lo virtual.
Por la renuncia.
Por el engaño.
Por el discurso lapidario.
Por todo y nada.
Gracias.
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