29 de diciembre de 2019

363. El desenlace

Siempre hay señales que anuncian la llegada del umbral antes de partir. Es intuición y depende de ella tener la certeza de que “el momento” se acerca y que debemos ir preparando las maletas, dejar las cosas en orden, con la voluntad dispuesta para nuestro último designio.

         Partir requiere voluntad, mucha fuerza y determinación para trascender “el momento”, pues de cualquier modo uno debe partir. Negarse a la finitud de la existencia, de la vida propia, es condenarse a una partida dolorosa, aferrados a todo aquello que nos ha de sobrevivir una vez consumada la partida.
         Hace años estoy lista. He dejado testamento de mis pensamientos. Las pocas pertenencias que acumulé a lo largo de más de setenta calendarios y sus lunas respectivas quedarán aquí, en el silencio de mi caos. Que el tiempo decida su final mientras yo pueda escribir del mío.


Partir,
dejar la sombra clavada en el espejo,
sin pies para seguirme.

Partir,
atar la marcha de los días
con el hueco saber de mi cabello.

Partir,
grabar mi nombre sobre el agua,
atenta al rumor en la otra orilla.

Partir,
vaciar el eco de mis canas
atrapadas en la urdimbre de mis sueños.

Partir
y olvidarme del trayecto a cuestas
con la férrea voluntad para seguir.

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