Similar a una ofrenda, un obsequio es una especie de tributo que se rinde a alguien más por la importancia que tiene en nuestra vida, normalmente un objeto que contiene un valor (sentimental o económico) mediante el cual damos a entender el valor que tiene esa persona para nosotros.
Obsequios he dado muy contados a lo largo de más de setenta calendarios vividos. Tengo la impresión de que los obsequios te atan a las personas y es como si les permitieras ingresar en tu vida. Para muchos está bien, recurren a esa práctica para fortalecer esos lazos (de amistad, de amor, de noviazgo, de consanguinidad, de lo que sea) y se vuelven frecuentes en fechas especiales.
Aunque en mi caso no recuerdo bien las fechas, sí tengo muy presente qué objetos regalé y a quién y con qué motivo. El primero fue a Rebeca, hace ya tantos años. Aún era adolescente cuando tomé sus tijeras de la cajita de bordados y corté un mechón de mi cabello para entregárselo en agradecimiento por todo lo que aún representa para mí.
Rebeca sonrió, lloró y guardó el mechón en su relicario, junto a la foto de Soneshka y su recuerdo. Unos meses después deposité sobre su ataúd un enorme crisantemo blanco como despedida. El relicario y mi mechón de cabello hoy aún reposan en aquella tumba que sobrevivió a la guerra. La última vez que visité su tumba, el musgo se había apoderado de su lápida y apenas se distinguían las letras.
El segundo obsequio que entregué fue a (...) Eran dos cartas: una, con el título “por si nunca”; la segunda, “por si acaso”. Muchos años después el destino me hizo leer la primera carta impresa en un libro, con el nombre de su autor en letras doradas, recién galardonado (en aquel entonces) con el Premio Nobel de Literatura. La segunda permanece sellada en la oficina de un testamentario y así se mantendrá hasta dentro de dos generaciones, como dispuso en su testamento.
El tercer obsequio fue mi corazón. Lo masticaron las bestias, lo pisotearon, lo clavaron en lo profundo del mar y ahí reposa hasta la fecha, sumido en el silencio, llamándome desde el abismo en espera de entregar mis ojos.
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