15 de diciembre de 2019

349. La llamada

–¿Sí?

         –...
         –¿Quién es?
         –...
         –¿Pero...? ¿De verdad...?
         –...
         –No, eso no puede ser, tú...
         –...
         –Pero...
         –...
         –¡Oh, por Dios!
         –....
         –Pero... ¿cómo sé que eres tú?
         –...
         –No lo sé. Dime algo, cualquier cosa. ¡Oh, por Dios!
         –...
         –Eso lo sabe cualquiera. Dime algo que solo él sabía.
         –...
         –¡Oh, por Dios! ¡Oh, por Dios!
         –...
         –¡Eres tú! ¡Eres tú!
         –...
         –Es tu voz, sí, es tu voz. La recuerdo. ¡Oh, por Dios! ¡Cuántos años! ¡Cuántos años! ¡Oh, por Dios! Me tomas por sorpresa.
         –...
         –Es que no lo puedo creer. Pensé que habías muerto. ¡Oh, por Dios! ¡Oh, por Dios!
         –...
         –¿Cómo estoy? Oh... Este... ¡Oh, por Dios! Este... Bien, bien, estoy bien. Mareada por la impresión, por supuesto. ¡Oh, por Dios! ¿Dónde estuviste todos estos años? ¡Oh, por Dios! Lo leí en las noticias y nunca pensé... ¡Oh, por Dios! ¡Qué gusto escucharte de nuevo!
         –...
         –No, claro que no. Te sigo recordando. ¿Cómo olvidarme de ti? Me salvaste la vida esa vez.
         –...
         –Es que... ¡Oh, por Dios! Cómo olvidarte. Te amé y te he amado todo este tiempo. ¿Dónde has estado? ¿Dónde estás ahora?
         –...
         –Oh... oh... oh, ya veo...
         –...
         –Sí, me encantaría verte.
         –...
         –Claro, ahora mismo salgo para allá.
         –...
         –Te amo.

Y, entonces, el alba al despertar.

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