23 de junio de 2019

173. El amuleto


Es muy curiosa la naturaleza humana. Atribuye propiedades a los objetos, como si estos tuvieran una conciencia o voluntad o energía o lo que se quiera más allá de los atributos propios (físicos, químicos, conocidos por la ciencia) de esos objetos.

         Los amuletos son representaciones simbólicas de una experiencia de fe. Los hay por todo el mundo, en millones de presentaciones. Los ha habido durante toda la historia, en todas las religiones o sin ellas, en múltiples materiales, de manufactura o arrancados de la propia naturaleza.
         A menudo me ha llamado la atención cómo es que existen personas que con mucho fervor llegan al grado de besar estampas (imágenes) de santos, atribuyéndoles propiedades casi mágicas, sin fijarse en la etiqueta “made in” tal lado, como producción en serie por millones, todas idénticas porque esa es la constante en este mundo globalizado con un mercado de terror. ¿Su estampa es única y especial? No, pero le dan ese atributo.
         Lo mismo ocurre con otro tipo de amuletos fabricados en serie, desde figuras de santos, ángeles, dioses o lo que sea elaboradas en resina o plástico en moldes ya preparados, carteles, postales, rosarios, cadenas, medallas, relieves, bajorrelieves, siluetas, símbolos, letras, figuras geométricas, en fin. Numerosas representaciones a las que dan atributos que no poseen.
         Todavía pueden tener otro tipo de valor aquellas representaciones hechas a mano, como artesanías, esculturas, pinturas y otras representaciones que son únicas porque son elaboradas una a una y no como producción en serie.
         Aquí también se incluyen amuletos elaborados con piezas tomadas de la naturaleza (por muy salvajes que puedan ser los métodos), ya sea dientes, huesos, patas de animales, pieles, semillas, pequeños sacos con hierbas, piedras talladas, cuarzos y otras piedras e incluso meteoritos, solo por mencionar algunos ejemplos.
         Hay quienes todavía le imprimen ingenio a la elaboración de amuletos y los reúnen en pequeñas dimensiones, unidos por numerosos listones entretejidos o con algunos nudos tipo macramé, en una amplia gama de colores, para hacerlos más vistosos. Amuletos de este tipo es frecuente verlos en el pomo de las puertas de algunas casas o colgados de diversas imágenes religiosas.
         ¿Que si yo tengo amuletos? No. Prefiero usar los encantos de las brujas, tomar elementos de la naturaleza que modifiquen mi entorno: la quema de canela y manzana para aromatizar y relajar, el uso de hierbas en la medicina tradicional, aprovechar los residuos orgánicos que quedan de la cocina para una nueva fuente de creación a través de la composta, sachets aromáticos que de pronto escondo en los rincones de la casa o entre la ropa, el poder de las flores para despertar una sonrisa en este rostro que despierta cada mañana detestando la vida y la existencia a las que está sujeto.

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