26 de octubre de 2019

244. La perspectiva


Alguna vez en mi juventud me inscribí a un curso de dibujo solo por saciar mi inquietud de aprender. Mi experiencia se reducía a dibujos de principiante como pasatiempo, donde apenas se delimitaban las formas y las líneas daban a entender que se trataba de un corazón, una manzana, un rostro, algo.

         Mi mentor no era el gran artista, hay que decirlo. Han pasado más de cinco décadas y hoy es un anciano decrépito que sigue usando sandalias y morral, sin tener una sola exposición en toda su trayectoria. Pero me enseñó los principios básicos del dibujo y la pintura para seguir aprendiendo de manera autodidacta.
         Una de las cosas que aprendí en sus cursos fue la perspectiva, un dibujo que va más allá del primer plano y se inserta en dos o tres planos para dar nuevas dimensiones a una línea. Punto de fuga, le llaman en la creación artística y tiene más usos de los que uno pudiera imaginar.
         Recuerdo que mi primera clase práctica consistió en marcar un punto en una hoja en blanco y de ahí desprender diversas líneas que formaran una calle con sus edificios, generando una sensación de volumen y distancia en un mismo plano. Con el tiempo perfeccioné la técnica y la trasladé a la vida cotidiana para pensar mi entorno en diferentes niveles.
         Durante este año, en las diferentes entradas de este blog que he escrito, he hecho referencia a mirar las cosas con perspectiva, bajo diferentes filtros que nos permitan asimilar e interpretar un mismo hecho o circunstancia de manera diferente. No es lo mismo ver un concierto a través de una transmisión en vivo en redes sociales, que estar directamente en el lugar donde se desarrolla el hecho e incluso si se está más cerca o más lejos del escenario, detrás o filmando desde el aire.
         Un árbol sigue siendo un árbol, pero la perspectiva es diferente para un paracaidista, para un carpintero y para un pastor. Para el primero, un árbol representa una amenaza para su profesión; para el segundo, representa la materia prima con la que desempeña su oficio; para el tercero, representa un espacio de sombra para descansar.
         Uno lo entiende porque tiene la capacidad de mirar las cosas en su completud, pero en la cotidianidad hay quienes no ven más allá de una perspectiva, se les dificulta asimilar que existen otras posibilidades para un mismo hecho. No existe una interpretación única y universal, la realidad, la circunstancia, el entorno del intérprete define en gran medida cómo se asimila un hecho.
         Mi vida, vista en perspectiva, puede ser un terreno árido donde nada crece y, sin embargo, uno se hunde en medio de la nada para perderse en el silencio. Pero desde dentro, desde la perspectiva de mi cotidianidad, transito por una selva donde no se distinguen los senderos y camino a ciegas, sin un destino definido, sin brújula para orientarme. Perspectivas.

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