Siglo XXI y uno de los grandes
males (si no es que el peor) que enfrentamos es el calentamiento global y el
cambio climático, en gran parte producto de un exceso de contaminación y un
siglo de desarrollo industrial sin conciencia sobre el cuidado del medio
ambiente.
Hace
tiempo (no tanto, hará cosa de unos meses, quizá) leí alguna publicación tipo
ficción que daba cuenta de un diálogo entre un anciano y una joven en la caja
de un supermercado. La joven, con molestia, acusaba al anciano de que su
generación (la mía, por supuesto) era la culpable del calentamiento global y el
exceso de contaminación.
En
respuesta, el anciano respondía modestamente que en realidad la culpa no era de
su generación, sino de las posteriores, ya que la suya (la mía, la nuestra)
creció practicando el reciclaje y el reúso. Y nada tan cierto como esa
afirmación.
Las
generaciones previas a los 70-80 crecimos con recipientes o envases que se
cuidaban porque servirían para toda la vida, reduciendo al mínimo los residuos.
De ahí que tantos hogares contaran con envases para la leche o recipientes de
latón (más tarde serían de plástico) y vidrio para almacenar otros alimentos,
pero en todos esos objetos se buscaba prolongar su vida útil, incluyendo las
prendas de vestir (al primer detalle, aprendimos a zurcir y reparar).
Incluso
entre las diferentes clases sociales había prácticas de beneficio mutuo. La
clase alta solía renovar los objetos de casa cada año, por lo que en ese
proceso los “viejos objetos” (que habían tenido relativamente poco uso) eran
vendidos a bajo costo en bazares o ventas de garaje e incluso en tiendas de
ropa de segunda mano.
Las
generaciones posteriores crecieron en un mundo desechable, incluyendo las
relaciones. Proliferaron los objetos de corta duración, efímeros, y se mantuvo
la generación de residuos a partir de esas prácticas. Si miramos a los
tiraderos de basura (que es una mina de oro para la antropología),
encontraremos que la mayoría de los objetos que se pueden encontrar
corresponden a no más de cincuenta años, es decir, a partir de la generación X.
Ahora,
los “baby boomers” tienen razón en su enojo, pero es contra la generación
equivocada. Las buenas prácticas siempre se mantuvieron en las viejas
generaciones, excepto en aquellos que se dedicaron a fabricar imperios
industriales de gran contaminación. Pero desde los hogares aún practicamos el
reúso y el reciclaje, prácticas que hoy vuelven con las nuevas generaciones.
¿Se
podrá revertir el fin del mundo? A menos que se encuentre una solución
científica, dudo mucho que la humanidad aprenda a cuidar nuestro gran hogar que
es el planeta Tierra.
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