27 de octubre de 2019

248. La fiesta


Naturalmente que los acontecimientos importantes de la vida humana han merecido celebraciones especiales: una fiesta. Ignoro el propósito de realizarlas (nunca he sido muy afecta a las celebraciones). Intuyo que se trata de una especie de homenaje a la persona o personas que han motivado la celebración.

         En los cumpleaños, la pieza central es un pastel, aderezado por golosinas, globos, confeti, serpentinas y otros artificios cuyo culmen es el soplar de las velas para pedir un deseo. Ya en cada familia se recurre a otras prácticas para celebrar cumpleaños, como rociar de canela a una persona para desearle suerte en encontrar el amor, una mesa de regalos, una mesa de dulces, alimentos a cual más de variados, la práctica de romper una piñata...
         Hay otros festejos un tanto solemnes, como las nupcias de una pareja, con rituales específicos en cada tradición, desde aventar el ramo de la novia y su liguero, hasta romper vajillas de cerámica mientras se ejecuta una danza para bendecir a una pareja.
         Existen otro tipo de fiestas temáticas para determinadas fechas del año y que son más un espacio de reunión y convivencia social, llámese fiestas de alberca (“pool party”, usualmente en verano), fiestas de día de muertos (“Halloween”, en la cultura anglosajona), posadas (en la tradición judeocristiana), los rituales de Año Nuevo (que varían en cada cultura), las fiestas de carnaval (que recuerdan a los bailes en los palacios de Venecia), las ceremonias de XV años (muy surrealistas en el caso de México), entre otros ejemplos.
         Pero me viene a la mente una constante en los diarios de Virginia Woolf que nos identifica a varias personas. Aunque el ser humano por naturaleza es social, hay circunstancias específicas que hacen que algunas personas sientan repulsión por los festejos, como el caso de Virginia Woolf, quien en su obra “Sra. Dalloway” retrató esa angustia cuando se es anfitrión de una fiesta y el temor a que las cosas sucedan mal.
         Una fiesta también puede ser estresante, deprimente (¿cuántos casos conocemos de personas que estuvieron solas en los festejos de cumpleaños porque nadie atendió a su invitación?), aburrida (no imagino cómo será un festejo atendiendo al Manual de Carreño sobre las buenas maneras en la vida pública), o una locura de desenfreno (más cuando se combina la adolescencia con el abuso del alcohol y otras sustancias).
         El único festejo para el que guardo rituales es la noche de Año Nuevo. Por lo demás, una fiesta, de cualquier tipo, nunca será de mi interés. No estoy acostumbrada a esos rituales de felicidad y apariencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario