Naturalmente que los
acontecimientos importantes de la vida humana han merecido celebraciones
especiales: una fiesta. Ignoro el propósito de realizarlas (nunca he sido muy
afecta a las celebraciones). Intuyo que se trata de una especie de homenaje a
la persona o personas que han motivado la celebración.
En
los cumpleaños, la pieza central es un pastel, aderezado por golosinas, globos,
confeti, serpentinas y otros artificios cuyo culmen es el soplar de las velas
para pedir un deseo. Ya en cada familia se recurre a otras prácticas para
celebrar cumpleaños, como rociar de canela a una persona para desearle suerte
en encontrar el amor, una mesa de regalos, una mesa de dulces, alimentos a cual
más de variados, la práctica de romper una piñata...
Hay
otros festejos un tanto solemnes, como las nupcias de una pareja, con rituales
específicos en cada tradición, desde aventar el ramo de la novia y su liguero,
hasta romper vajillas de cerámica mientras se ejecuta una danza para bendecir a
una pareja.
Existen
otro tipo de fiestas temáticas para determinadas fechas del año y que son más
un espacio de reunión y convivencia social, llámese fiestas de alberca (“pool
party”, usualmente en verano), fiestas de día de muertos (“Halloween”, en la
cultura anglosajona), posadas (en la tradición judeocristiana), los rituales de
Año Nuevo (que varían en cada cultura), las fiestas de carnaval (que recuerdan
a los bailes en los palacios de Venecia), las ceremonias de XV años (muy
surrealistas en el caso de México), entre otros ejemplos.
Pero
me viene a la mente una constante en los diarios de Virginia Woolf que nos
identifica a varias personas. Aunque el ser humano por naturaleza es social,
hay circunstancias específicas que hacen que algunas personas sientan repulsión
por los festejos, como el caso de Virginia Woolf, quien en su obra “Sra.
Dalloway” retrató esa angustia cuando se es anfitrión de una fiesta y el temor
a que las cosas sucedan mal.
Una
fiesta también puede ser estresante, deprimente (¿cuántos casos conocemos de
personas que estuvieron solas en los festejos de cumpleaños porque nadie atendió
a su invitación?), aburrida (no imagino cómo será un festejo atendiendo al
Manual de Carreño sobre las buenas maneras en la vida pública), o una locura de
desenfreno (más cuando se combina la adolescencia con el abuso del alcohol y
otras sustancias).
El
único festejo para el que guardo rituales es la noche de Año Nuevo. Por lo
demás, una fiesta, de cualquier tipo, nunca será de mi interés. No estoy
acostumbrada a esos rituales de felicidad y apariencia.
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