Curioso me resulta que en este
siglo XXI se ha generalizado una práctica de dejar para después las cosas del
día a día: la procrastinación, ese “mal” de nuestros tiempos en que las cosas
se dejan “para luego” y terminan por resolverse (en el mejor de los casos) en
el último momento, mal hechos y con poca voluntad.
Bendito
tiempo que no perdona y se las cobra con intereses cuando “el momento” se deja
pasar. Por ejemplo, esta mañana sé que tengo que lavar ropa, como cada fin de
semana, independientemente de mi estado de ánimo. Si yo me dejara ir por mi
estado de ánimo, postergaría esa tarea doméstica para otro día, quizás el
siguiente fin de semana, con la posibilidad de que nuevamente enfrente
circunstancias similares y así seguiría hasta que llegara el momento en el que
no tuviera más ropa limpia.
El
problema de llegar a ese grado es que ya no tendría que lavar una sola tanda de
ropa, sino varias, por todas las semanas que dejé que se acumulara la ropa
sucia. Y lo mismo pasa con otras actividades, desde las tareas de estudio o los
pendientes de trabajo, la jardinería, el mantenimiento del hogar, el cultivo de
las relaciones sociales, un amor.
Creo
que existe poca conciencia sobre la administración del tiempo, porque tiempo
solo hay uno y evadir un momento de responsabilidad por entregarse al ocio (o
cualquier otra cosa) en lugar de asumir esa responsabilidad solo posterga el
momento de realizarla, aunque implica una acumulación de momentos que nos
llevará a emplear mayor número de minutos, horas o días en ejecutar esa acción.
¿Qué
tan importante es evitar postergar las tareas que se presentan en el momento?
Pensemos en la salud. Si yo sé que en tal fecha, a tal hora, tengo una cita
médica de seguimiento de una enfermedad o padecimiento y la delego para otra
ocasión, como minimizando la importancia que pudiera tener, llegará el momento
en el que tendré que acudir más por obligación que por voluntad porque quizá no
atendí en su momento algún malestar que por X razón pensé que no era grave.
Así
se podrían evitar muchas muertes en casos de enfermedades prevenibles, pero
como vivimos sumergidos en una cultura de la postergación, donde damos mayor
importancia a cosas que tal vez no lo son, estamos expuestos a ese tipo de
circunstancias.
Revertirlas
dependerá de quitarnos esas prácticas y volver a los tiempos de la disciplina y
la responsabilidad, incluyendo la administración del tiempo. Pero como soy una
loca alcohólica, nadie me prestará atención. Seguiré riendo de su necedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario