La expresión “topar de pared”
cambia su sentido cuando analizamos las diferentes manifestaciones de paredes y
muros a lo largo de la historia, cada una con sus propios significados y que no
necesariamente se limitan a representar un obstáculo para la vida.
Viene
a mi mente el llamado “Muro de los Lamentos” en Jerusalén, erigido para
proteger el lugar más sagrado sobre la Tierra para la tradición judeocristiana
y que es sitio de oración especialmente para el pueblo judío.
El
“Muro de Berlín” es otro ejemplo que dividió a dos naciones y nos legó miles de
historias de separaciones familiares por motivos bélicos y políticos. También
fue simbólico el acto en el que fue tumbado el muro, como un llamado mundial a
la paz y hay múltiples expresiones artísticas que se remiten a este acto
(recuérdese a The Cranberries y sus primeros trabajos discográficos).
En
la historia bélica también ha habido otro tipo de muros que no necesariamente
son recordados con un nombre, sino como un espacio simbólico para el fusilamiento,
muros que han sido retratados por grandes artistas, como Francisco de Goya, y
que nos ofrecen una imagen de impotencia frente a las armas y la libertad que
no llega a consumarse.
En
contraparte, hay muros que han servido de lienzo para el arte. Son llamados
murales y existen desde hace milenios en la mayoría de las culturas. Los muros
de las cavernas sirvieron de lienzo a los primeros hombres que retrataron la
vida silvestre que llevaban, muros que más tarde serían sustituidos por enormes
tabiques donde se plasmó la historia de una civilización, como la sumeria o la
egipcia.
Si
hay un ejemplo de la maravilla de arte sobre un muro ahí tenemos la Capilla
Sixtina, decorada por Miguel Ángel con múltiples pasajes de las Sagradas
Escrituras y que se ha convertido en un emblema de la belleza clásica del
Renacimiento.
Hoy
cualquier muro es lienzo incluso para el vandalismo (es rara la ciudad que no
tiene grafitis en sus muros) y al interior de los hogares, los muros que
integran la estructura de las viviendas son más funcionales que artísticos.
En
mi muro tengo clavadas las huellas de mi vida, para prenderles fuego cuando
suceda lo que ha de suceder, porque al final de todo seré ceniza que no volverá
a generar vida.
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