Conozco solo tres tipos de
baraja: la española, la inglesa y el tarot. Antes de morir, mi madre me enseñó
a leer las cartas, de cualquiera de esos tres tipos de baraja, con la idea de
que se podía predecir el futuro. Ignoro cuántos rostros han desfilado ante mí,
en la mesa de aquel bar al que he hecho referencia en tantas ocasiones, solo
para conocer la lectura que doy a las cartas.
Al
principio, la gente pensaba que la mesa en la que estoy desde hace algunos años
(esa esquina en penumbras de un conocido bar en el centro de la ciudad en la
que habito) se trataba de una mesa de apuestas y quizás a ello se debían los
rostros compungidos que se retiraban una vez hecha la lectura de cartas.
Debo
admitir que en ocasiones he llegado a pensar que tengo una maldición con las
cartas, como si las barajas (de cualquier tipo) me dijeran únicamente las
experiencias negativas de cada persona a quien se realiza la lectura y dejaran
de lado las experiencias positivas.
Curiosamente
la gente considera que esta lectura de cartas es un destino y no una
posibilidad, y al ser más frecuente la lectura de experiencias negativas, da la
impresión de que me dedico a deprimir a las personas (que en realidad soy
deprimente y rompo las ilusiones de los demás con mi peculiar punto de vista)
en lugar de motivarlas para cambiar su destino.
La
baraja (de cualquier tipo) es sabia y ahuyenta a quien debe ahuyentar. Atrae a
quien debe atraer. Motiva y decepciona. Se limita a ofrecer una posibilidad de
todo el universo de posibilidades en torno a la realidad de una persona.
¿Lo
he aplicado a mi propia persona? Claro. No ha sido una o dos veces. En varias
ocasiones he echado las cartas (principalmente la baraja española) para leer lo
que el destino tiene que decirme. No es una experiencia grata, pero tampoco
totalmente negativa.
Una
vida de renuncia y la sabiduría del ascetismo, esa es la lectura más recurrente
cuando echo las cartas. Una vida de silencio que se guarda las experiencias en
lo más profundo de la existencia. Y, sin embargo, comparte la experiencia a
través de las barajas que se echan sobre una superficie plana para dar cuenta
de las infinitas posibilidades que hay sobre la realidad y el entorno de una
persona.
¿Podría
cambiar mi destino? Si va más allá de las cartas, por supuesto. Mi lectura es
solo una de las múltiples lecturas que puede haber sobre una persona. En mi
caso, ¿cómo interpretas el silencio de las barajas que se niegan a hablar de tu
destino?
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