Seguramente alguien de la Europa
central inventó el tiempo. Lo pienso porque tal vez ahí surgieron los primeros
relojes de sol (he de confesarlo, desconozco mucho de la historia de la
humanidad, especialmente de la antigüedad) que indicaban ¿qué?, ¿para qué
querrían saber la hora en la antigüedad si no estaban sujetos al estrés de los
tiempos que vivimos?
Primero
serían de piedra, enormes estructuras como las de Stonehenge. Después pasarían
a ser privilegio de quienes pudiesen pagar por dicha estructura en sus hogares,
así fueran de piedra. El sol indicaría que era hora ¿de qué? Porque
desconocemos para qué medían el tiempo los pueblos antiguos, únicamente
conocemos los vestigios que nos legaron sobre el medir del tiempo.
Y
sin embargo el sol siguió midiendo el compás de las horas, los minutos y
segundos sobre las sombras que proyectaba la roca, después el hierro forjado y
más tarde los engranajes diminutos que nos regaló la modernidad. Porque el
tiempo ha sido una invención cuya finalidad aún no ha sido explicada a las
generaciones posteriores.
Recuerdo
unos curiosos relojes elaborados a mano en la región de la cordillera de los Alpes,
con unos mecanismos que parecen de otro mundo y que, sin embargo, se trata de
pequeñas máquinas que se mueven a determinado ritmo armonizadas con el
movimiento del sol.
Suiza
y Praga son ejemplos extraordinarios donde habitan personas con el oficio más
elaborado, vistoso y atractivo de la historia contemporánea de la humanidad.
Porque no cualquiera sabe cómo vincular los pequeños engranajes que dan vida a
peculiares personajes que a determinada hora emergen de sus pequeños escondites
para dar las campanadas y repiques que indican que es cierta hora del día.
La
tecnología avanzó a tal grado que ya no solo tenemos la medición del tiempo de
forma micromilimétrica en la muñeca de nuestro cuerpo; ya existen relojes
digitales que han extendido sus funciones y vinculan el tiempo con otros
factores que incluyen en la vida de una persona.
Si
hay algo que me molesta (incomoda) es la impuntualidad de las personas. Tal vez
por esa razón siento un vínculo más fuerte con quienes se acercan a aquella
zona donde fueron creados los relojes (y donde aún conservo la sospecha de que
fue inventado el tiempo). Ellos saben de la puntualidad y de no desperdiciar
cada segundo en la vida de las personas.
Se
dice que el tiempo es oro. Puede ser, pero el tiempo también es vida. Se
aprovecha o se desperdicia mientras una se mantiene a la espera. ¿A qué hora el
reloj nos puede indicar cuando la vida no trasciende el segundo en el que se
manifiesta?
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