Hay un ejemplo que utiliza la
gente últimamente para referirse a la corrupción, ejemplo que me saca de quicio
por absurdo. Dicen que si se coloca una fruta podrida junto a la fruta sana, en
poco tiempo esa fruta sana se va a podrir. ¿Quién en su sano juicio coloca
fruta podrida junto a la fruta sana? La fruta podrida va a la basura y punto.
Si
pensáramos en manzanas que tienen gusanos, hay indicios que lo demuestran y
seríamos demasiado estúpidos para ignorarlos y colocar esas manzanas junto a la
fruta que no tiene esos indicios. Pero hay quien lo hace y le echa la culpa a
la manzana con gusanos y no al estúpido que ignoró los indicios antes de
colocarla en la canasta.
De
verdad, en temas como la corrupción la gente prefiere hacerse de la vista gorda
y cuando se descubre, señala y acusa sin asumir su propia responsabilidad. Es
como el Génesis de la Biblia judeocristiana. Dios hizo al hombre a su imagen y
semejanza y los castiga junto a la serpiente por algo que él mismo creó. Debió
castigarse a sí mismo.
Sin
embargo, siempre es más fácil atribuir estos temas al otro y que la culpa y el
castigo no recaigan sobre nosotros, a pesar de que vivimos en un estado de
corrupción. Me molestan los baños de pureza cuando en los pequeños actos de la
vida cotidiana se demuestra lo contrario.
Se
juzgan las sumas millonarias que han robado los políticos y las empresas cuando
en la vida cotidiana ocurren acciones similares, aunque en otra proporción. Uno
puede comprar una película apócrifa por una cantidad irrisoria sin pensar que
hay toda una industria detrás de ese filme, que paga impuestos y que genera
empleos. Lo mismo ocurre con la industria editorial, la música, la industria
del calzado y el vestido, la tecnología...
No
los culpo, este sistema te obliga a actuar de forma corrupta, pero que no
vengan con sus baños de pureza cuando forman parte del mismo sistema. Arrojan
la primera piedra sin importar que tengan culpa. La corrupción no desaparecerá
con juicios verbales en las redes sociales, es un cambio en los actos
cotidianos que al parecer jamás llegará.
Yo
he sido corrupta. No tengo talentos y la gente ha creado un imaginario sobre
mí. Nunca me he preocupado por desmentirlos. Seguir en ese imaginario me
permite mantener mi existencia a pesar de mí. No declaro impuestos. Ni siquiera
existo para Hacienda.
No
podría asegurar que vivo al margen del sistema. Estoy dentro, pero en diferente
grado. Miro, analizo y callo. En ocasiones escribo esas reflexiones porque aquí
dentro no pueden ser asimiladas en una lógica comprensible. Si las callara,
morirían conmigo en el silencio.
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