Raíz de la matria
La vida duele.
Así dijo mi madre,
hace mucho,
envuelta en los aromas del fogón.
Y cada una bebió de su silencio,
de la noche tostada en el comal,
remojando las palabras en el caldo.
Nadie pudo cuestionar.
Había dolor en el mendrugo de
pan,
en
la cazuela con frijoles
y
en la tortilla con sal.
Había dolor en la aspereza del
petate,
en las manos curtidas por la
tierra,
en los ojos hambrientos de
horizonte.
Dolor había en cada despertar,
con cada paso,
el pie descalzo para andar.
Y en la ruta del dolor el tiempo
transcurría.
Hoy que no queda más camino
me
atrevo a cuestionar.
La vida pesa,
estremece,
bifurca
los caminos,
se abre al mundo en bello
ramadal.
En su verdad,
mi madre hablaba de algo
diferente:
“ser mujer” es lo que duele.
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