En este mundo atravesamos por
diferentes planos que se mueven entre lo externo, lo interno y los espectros de
indefinición. Sin embargo, la mayoría presenta una especie de barrera que
define los límites de cada uno (excepto lo que escapa en el espectro de
indefinición): la cortina.
Usualmente
la palabra nos remite a una ventana y un trozo de tela que divide el mundo
interior del exterior. Las hay en múltiples diseños, modelos, materiales y
dimensiones, sin olvidar el variado colorido que llega a ornamentar un espacio
físico.
Algunas
dejan pasar la luz y a lo largo de la historia hemos visto ejemplos decorativos
que crean formas intrincadas a través del tejido (una de mis ventanas tiene
cortinas con transparencias y bordados en color crema que se proyectan en el
piso con el transcurrir del día).
Hay
otro tipo de cortinas que se colocan por encima, como una nueva capa, por lo
regular fabricadas en materiales gruesos que impiden el paso de la luz, algunas
más pesadas que otras, pero implican poner una barrera al mundo exterior para
que no accedan a lo que hay detrás, pero al mismo tiempo significa una barrera
hacia el mundo exterior, que desde dentro no se acceda a lo que acontece en el
entorno.
Este
segundo caso implica, en otros grados de representación, una especie de barrera
que nos encierra en la interioridad, marcando límites a la intimidad, sí, pero
también alejándonos de cualquier vínculo con el mundo, con la sociedad, con el
entorno y la circunstancia en la que estamos insertos.
Hay
otra barrera a la que también llamamos cortina: la caída de una cascada. Tiene
la forma y la transparencia para dejar paso a la luz hacia lo que hay detrás,
pero no está hecha de un material que permanezca tangible, sino que se filtra y
se evapora sin que nuestras manos puedan contenerlo, y sin embargo una cortina
de agua como la de una cascada también puede ocultar una oquedad que sobrevive
detrás.
En
nuestra cotidianidad también hay personas que se valen de otro tipo de cortinas
para marcar un límite con la vida interior. Forma parte de la personalidad,
aunque influyen múltiples factores. Hay quienes optan por una vida interior y
se encierran detrás para evitar que alguien más descubra qué se esconde tras la
cortina.
Podría
ser mi caso, aunque más semejante a una cortina de agua que cae con mucha
fuerza, casi imposible de penetrar. ¿Qué se esconde detrás? Solo el eco y la
oscuridad que me ha dejado toda una vida de amarguras.
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