14 de noviembre de 2019

280. El temor


Temor de mí,
de ser otra en el espejo,
de la sombra fugitiva del segundo.


Temor del día,
de la noche augusta,
de los puños de magnolia en la ventana.

Temor de “ser”,
         de “estar”;
temor de no saber ni el nombre.

Ignorante vivo sin saber -de mí-
y estos ojos míos ahogados en locura
me derrumban lo que queda de certeza.

Luego, nada.

Temer la cama -un lecho frío-
temer las horas bifurcadas con el sueño.

Temer,
devorada por la angustia de mi aliento
         -el último, quizás, acaso-
pecadora como nadie en este mundo,
imposible de cumplir mi penitencia.

Y aun temer por el pasado,
por el futuro incierto,
por el instante en que la duda acecha.

Temer el grito ahogado,
la blanca sábana,
la indescifrable letra del doctor.

Y aquí estoy, prisionera del destino,
atrapada en la maraña de mis miedos,
aterrada para ver el horizonte.

Solícita, exijo la eutanasia.
La noche espera.

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