14 de noviembre de 2019

270. La mujer


Se nace esclava,
prisionera en un cuerpo de mujer,
condenada a repetir mil veces:
“que sea tu voluntad y no la mía”.


Y, sin embargo, soy
         -fui,
         seré-
la silueta recortada con mis ansias,
propietaria de una piel de arcilla:
moldeable,
         caprichosa,
                  quebradiza,
irreverente por abrir la boca.

Y aunque vi mi sendero de batallas
         -entonces,
         con la vida atascada en la garganta-
me decidí a ser
         -¿qué ser?-
y vine al mundo en escombros de palabras.

Hablé de mí,
de la sombra en el espejo,
de esa loca solterona,
de la trenza deshecha en el andar
y la espera tejida en el umbral.

Hablé de la renuncia
         -a ser,
         a estar,
         a envejecer-,
de la condena
         -de ser,
         de estar,
         de envejecer-
y aunque tuve coraza de amazona
por dentro yo era incertidumbre.

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