Hay personalidades que se
distinguen por su obstinación (en sentido positivo y negativo) y a cada fracaso
(¿a qué llamamos “fracaso”?) vuelven a intentar hasta que algo está hecho. Cada
caída, para ellos, implica volver a levantarse hasta lograr su objetivo. Ese
levantarse es un nuevo comienzo en cada ocasión.
Cierto
es que este ciclo depende de muchos factores, como la voluntad, la disciplina,
esa obstinación de la que he hablado, la persistencia, la insistencia,
aferrarse a un objetivo por fe y no cejar en el intento hasta lograrlo.
Comenzar (re-comenzar) se torna con el tiempo en una obsesión.
El
comienzo como tal también se manifiesta en otros ciclos, por ejemplo, ante una
ruptura con una segunda persona. Cuando se llega a “trascender” la
circunstancia, algo ocurre dentro de la persona (un cambio, podríamos llamarlo)
que le mueve a comenzar un nuevo ciclo.
Ese
comienzo implica un cambio interior que se traduce en cambios al exterior.
Muchos recurren a un cambio de imagen para levantar el autoestima o incluso para
“cortar” los vínculos que físicamente aún nos amarran a la otra persona.
En
todo caso significa un redescubrimiento de uno mismo, mirarse en el espejo
(aunque sea por un instante) sin el velo que nos ha cegado para poder ver en
perspectiva nuestra circunstancia. Es lo más cercano a la introspección
consciente para fijar los cimientos de ese comienzo que está por abrirse paso
en nuestra vida.
Sin
embargo, hay quienes no dan oportunidad a ese comienzo de un nuevo ciclo. Su visión de la vida es más lineal, no
circular o elíptica. Si algo comienza, debe tener un término y más allá no
existe otra posibilidad. Esta visión es un tanto opuesta a las otras visiones,
donde incluso se deja ver un poco de la ideología oriental en torno a los
ciclos de la vida, la reencarnación y las lecciones que se deben aprender para
“trascenderlas”.
Mi
vida es una combinación de círculos y líneas, pero que trazan un trayecto como
los círculos infernales de Dante. Algo comenzó hace muchos años y tendrá un
final, pero en todo ese interludio la línea de la vida crea círculos y elipses
que van cayendo y cayendo hasta que un día no haya más camino, más línea que
seguir.
Cuando
suceda lo que ha de suceder, cuando suceda, mi propio nombre se volverá
silencio.
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