14 de noviembre de 2019

266. El comienzo


Hay personalidades que se distinguen por su obstinación (en sentido positivo y negativo) y a cada fracaso (¿a qué llamamos “fracaso”?) vuelven a intentar hasta que algo está hecho. Cada caída, para ellos, implica volver a levantarse hasta lograr su objetivo. Ese levantarse es un nuevo comienzo en cada ocasión.

         Cierto es que este ciclo depende de muchos factores, como la voluntad, la disciplina, esa obstinación de la que he hablado, la persistencia, la insistencia, aferrarse a un objetivo por fe y no cejar en el intento hasta lograrlo. Comenzar (re-comenzar) se torna con el tiempo en una obsesión.
         El comienzo como tal también se manifiesta en otros ciclos, por ejemplo, ante una ruptura con una segunda persona. Cuando se llega a “trascender” la circunstancia, algo ocurre dentro de la persona (un cambio, podríamos llamarlo) que le mueve a comenzar un nuevo ciclo.
         Ese comienzo implica un cambio interior que se traduce en cambios al exterior. Muchos recurren a un cambio de imagen para levantar el autoestima o incluso para “cortar” los vínculos que físicamente aún nos amarran a la otra persona.
         En todo caso significa un redescubrimiento de uno mismo, mirarse en el espejo (aunque sea por un instante) sin el velo que nos ha cegado para poder ver en perspectiva nuestra circunstancia. Es lo más cercano a la introspección consciente para fijar los cimientos de ese comienzo que está por abrirse paso en nuestra vida.
         Sin embargo, hay quienes no dan oportunidad a ese comienzo de un nuevo ciclo.  Su visión de la vida es más lineal, no circular o elíptica. Si algo comienza, debe tener un término y más allá no existe otra posibilidad. Esta visión es un tanto opuesta a las otras visiones, donde incluso se deja ver un poco de la ideología oriental en torno a los ciclos de la vida, la reencarnación y las lecciones que se deben aprender para “trascenderlas”.
         Mi vida es una combinación de círculos y líneas, pero que trazan un trayecto como los círculos infernales de Dante. Algo comenzó hace muchos años y tendrá un final, pero en todo ese interludio la línea de la vida crea círculos y elipses que van cayendo y cayendo hasta que un día no haya más camino, más línea que seguir.
         Cuando suceda lo que ha de suceder, cuando suceda, mi propio nombre se volverá silencio.

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