Si se fuera un ente que
trasciende a lo humanamente conocido, tal vez sabríamos más del origen de Todo,
pero no lo hay, no existe, y la humanidad tiene que vivir sus días con base en
fe, en un sistema de creencias que justifiquen (que den lógica) a su entorno. Y
sin embargo hay un hilo conductor entre todos los sistemas de creencias.
Hasta
antes de la teoría del big-bang la humanidad creía en múltiples historias sobre
el origen (del universo, de la humanidad) y presentaba pruebas, argumentos,
justificaciones para hacer válida esa creencia y, en última instancia, siempre
estaba la violencia para imponerse (recordemos que cada religión se ha impuesto
sobre otro sistema de creencias a partir de la violencia).
Estos
tiempos que me han tocado vivir han estado marcados por una predominancia de la
tradición judeocristiana que predica un sistema basado en un dios único,
todopoderoso, omnipotente y eterno. No es la única deidad conocida con esos
atributos, ni la ha sido la primera en las diferentes cosmogonías de la
humanidad.
No
obstante, a quienes predican un creo fuera de este sistema de creencias
judeocristiano han recibido el apelativo de “pagano”, en alusión a ese
distanciamiento u oposición al sistema de creencias preponderante. Si el dios
judeocristiano permitió el libre albedrío, ¿por qué un igual tendría que juzgar
a otro igual por su libre albedrío? Es como decir “respeto tu pensamiento,
mientras se ajuste a mi sistema de creencias” y o es tan descabellada la idea
si nos remitimos a los tiempos que vivimos.
No
sé si quisiera saber cuál fue el origen de Todo. En mi ignorancia he aprendido
a “ser”, aunque todo sea cuestionado por mi criterio. Quizá ahí radica uno de
los principales fundamentos que den respuesta a la gran interrogante sobre el
origen. Cerrarse a una sola posibilidad es negar la existencia de sí mismo como
una realidad alterna posible.
En
el fondo, el origen es uno de los grandes temas (si no es que el principal)
sobre el cual hemos reflexionado como humanidad para tratar de entenderse a sí
mismo. ¿Qué somos?, ¿de dónde venimos?, ¿cuál es nuestro propósito? Tal vez las
respuestas queden en el silencio.
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