Tuve una voz de varias voces,
hoy arcaicas,
hundidas en el polvo del fogón.
El silencio fue bandera de
presagios,
sometida, es cierto, a la
angustia del vocablo
porque no eran mi tiempo ni mi
espacio.
Y la vida se me fue cual manifiesto.
Rebeldía,
usurpación,
identidad,
la loca feminista hablando de
igualdad.
¿Qué quería entonces,
hace tiempo,
cuando el mundo era esfera
patriarcal?
Mis canas olvidaron el motivo,
mi pecho amorfo,
estas manos clavadas en el
tiempo,
las horas y los días contados
en la llama que fenece al fondo
de los ojos.
Ilusión fue nombrada por algunos,
esperanza, decían otros.
Para mí,
puñados de palabras y latidos.
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